viernes, 3 de abril de 2020

Madrugada

Era la 1:00 am y Daniela decidió irse de la casa de Gustavo. No tenía ganas de dormir una noche más con él. El sexo no mejoraba a pesar de los intentos y ya estaban saliendo más de medio año con poca probabilidad de llegar a ser algo más. Un poco de orgullo combinado con decepción y flojera de la simple idea de volver a sufrir por alguien, la obligó a huir de allí.

Prendió su auto y comenzó a manejar sin destino, no tenía sueño para ir a casa. Era miércoles y recordó que Andrés a veces se quedaba ensayando hasta tarde. Decidió ir hacía el garaje donde ensayaban mientras lo llamaba insistentemente. A pesar que no contestaba el teléfono, no tenía mucho que perder ya que, por suerte, ese lugar quedaba camino a casa. 

Tocó la puerta y la cabeza de Andrés salió por una pequeña ventana con una sonrisa gigante. 

- Hey tu, ¿no podías dormir? - Dijo Andrés mientras abría la puerta para que Daniela pueda entrar.
- Andrés, ¿por qué? ¿por qué siempre me equivoco? - entró al garaje sin saludarlo y comenzó a buscar alguna botella de lo que sea en el frigobar.
- ¿Qué paso? - Preguntó sin mucha preocupación. Había escuchado muchas veces esa pregunta y siempre se trataba de lo mismo. Andrés la conocía desde que era "la futura esposa de Sebastián".
- Lo de siempre...

Los demás chicos de la banda se habían ido hace poco tiempo y Andrés se había tomado una cervezas de más. De ahí tomo el valor para decirle algo que había querido decirle hace varios años y no se atrevía por miedo a que ella mal entienda sus palabras. Ya había perdido a un amigo y no quería perderla también a ella.

- Dani, yo te conocí como la flaca de mi pata hace ¿quince años? y desde ese momento, has sido como una hermana para mi porque Sebas lo es, así él haya decidido alejarse de nosotros cuando terminaron. Tantos años han pasado y todavía no te das cuenta cual es el problema. Entonces, como soy tu amigo-hermano, me corresponde decirte lo que veo. El problema es que tienes un corazón noble que se entrega sin reparos y son muy pocas las personas que valoran eso y cuidan a los que tienen corazón como el tuyo. Estoy seguro que el tipo que hoy te está haciendo dudar de tu valor, luego será uno más y cuando eso pase y me llames porque te sientes triste, yo iré a tu casa y estaremos en tu terraza tomando una cervezas, riendo de tonterías mientras escuchamos The Beatles hasta que el alcohol haga efecto y el silencio me encuentre mirándote y sin pensar te diga que eres la mujer más hermosa que conozco y cuando digo hermosa no me refiero al físico, aunque sí, eres guapa, pero yo hablo de tu alma sin importar ese carácter de mierda que repites tanto tener que sé muy bien sólo sale cuando estas tratando de llamar la atención a quienes ni si quiera saben quererte como mereces porque no te conocen. Esos idiotas que por verte un día en clase, creen estar enamorados de ti. Pero ¿quién no podría enamorarse de ti si a simple vista eres fabulosa? Pero hay más allá, eso que pocos conocemos y quienes lo hacemos realmente te valoramos. Eso es lo que me jode, que tu no te des cuenta quien eres y hasta el día que no lo hagas cometerás el mismo error una y otra y otra y otra vez. La vida te está diciendo que abras los ojos. ¡Hazlo y no llores por favor!. Ahora, dime una cosa, ¿cuantas veces más tengo que decirte esto?, te juro que lo haré. Si me dices que tengo que decirlo 500 veces, lo repetiré 500 veces pero tendré la certeza que será la última y que por fin, luego de eso, no permitirás que nadie más dañe tu corazón. Necesito saber cuando terminará porque me duele verte así.

Daniela no esperaba que Andrés le diga esas cosas y no quiso responder. Sólo se acercó y lo abrazó mientras pensaba que el problema no era su corazón noble, el problema era que buscaba en todos un amor como el que tuvo con Sebastián y cada vez que no funcionaba con alguien más, sentía que cuando Sebas decidió irse, se fue con él toda opción de ser feliz en pareja y ese miedo con el pasar de los años se volvía más grande porque parecía real. No servía de nada que ella dé todo para que funcione con alguien nuevo, ni cuanto se adaptaba, ni cedía. Nadie la entendía, nadie la amaba de la forma que ella estaba acostumbrada.

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