“Tú me has hecho mejor, mejor de lo que era.
Te entregaría mi voz, a cambio de una vida entera.
Tú me has hecho entender que aquí nada es eterno
pero tu piel y mi piel pueden detener el tiempo.”
- Llegaste, ¡por fin! ¿por qué demoraste tanto? – dijo Daniela mientras abría la puerta.
- Se me pasó el día volando preparando una sorpresa para nuestra cita. – dijo Pablo con tono de complicidad.
- Amor, habíamos quedado que el viaje era nuestro regalo. No se vale hacer trampa. Además, ya no es sorpresa si me dices que hay una sorpresa jajaja. – a pesar de lo que decía, ella también había preparado una sorpresa para él – ¿Qué tal me veo? ¿Bonita?
- Ay Dani, Dani, todos los días eres la más bonita, así te vea recién despertando y sí, es sorpresa porque aún no sabes lo que es. – y con esas palabras tomó su mano y la jaló para pegarla a su cuerpo. Rodeó sus abrazos en su cintura y se dieron un beso, de esos que te encienden el corazón – ¡Feliz aniversario bonita mía!
- ¡Feliz primer año! No puedo creer que haya pasado tan rápido este tiempo, parece que fue hace poco que te conocí.
***
- Hola, mi nombre es Daniela. Soy cantante de garaje y me siento muy nerviosa de estar aquí, frente a ustedes. Voy a cantar Belle, espero que les guste.
Ese día cantó como si se encontraría en el estreno de la obra y se apoderó de la historia. Dejó de ser Daniela para convertirse en Belle y a pesar de caracterizarse por no tener mucha confianza en ella misma, ese día no fue así. Ella estaba convencida de que ingresaría, sólo tenía que convencer a un jurado de tres personas y lo logró, fue aceptada en el casting y pudo iniciar el taller en nivel intermedio. Al escuchar las palabras de aceptación, rompió a llorar porque sintió que estaba haciendo lo correcto en el lugar y momento indicado. La vida le sonreía y lo disfrutaba con cada parte de su ser. En ese momento no se imaginaba que una parte de su corazón se desbloquearía sin buscarlo.
- ¿Lloras por amor o por ego? - Esa pregunta interrumpió el viaje que estaba haciendo a su mundo. Volteo a mirar quien había preguntado y encontró a un chico de, aparentemente, su misma edad, no era mucho más alto que ella. Vestía un buzo y un polo, por lo que parecía ser parte del taller. Tenía expresión amable y graciosa al mismo tiempo. Lo miró a los ojos y fue como si el viaje no se habría detenido, sólo había cambiado de rumbo y el destino era desconocido.
- Lloro porque soy una llorona - Dijo entre risas.
- Jajaja, así que eres llorona. Disculpa mi atrevimiento, no me he presentado, soy Pablo y por lo que acabo de ver, seremos compañeros de taller. - se evidenciaba una especie de felicidad en las últimas palabras - Por cierto, la forma en que te dejas llevar con la música es increíble, ¿de qué escuela vienes?
- Un gusto Pablo. La verdad soy principiante en esto, sólo canto en un bar con la banda de un amigo pero nada más. - El viaje seguía y sólo se dejaba llevar. Tenía miedo, por ratos no lo quería mirar. Sus emociones estaban en flor de piel y no entendía porque la intimidaba tanto una persona que acababa de conocer.
- Interesante, tendrás que contarme más. Ya habrá tiempo. ¡Nos vemos Daniela!
Daniela se despidió sólo levantando la mano en señal de adiós y camino hacía su auto. Intentó varias veces a salir de la cochera pero le asustaba lo rápido que pasaban lo autos en la avenida. El último año la lista de miedos creció y se agregó el "manejar en Lima" a pesar que hacerlo era una cosa que solía disfrutar. Cuando iba a comenzar a desesperarse, apareció Pablo estacionándose detrás de ella, de una forma que le permitía salir sin problemas. Lo miró por el retrovisor y se preguntó: ¿qué tiene este chico que me provoca sonreír?. Logró salir de la cochera y él se estacionó unos segundos a su lado.
- Me debes una y creo que ya sé como me la voy a cobrar. - dijo riéndose y siguió su camino.
Llegó a casa, se baño y arregló unas cosas para el día siguiente. Se echó en la cama y con el celular en las manos volvió a repasar todo lo que había sucedido. De pronto, se encontraba en el buscador de Google escribiendo el nombre de ese Pablo que acababa de conocer. Cuando comenzaron a aparecer sus redes sociales, cerró el buscador y alejó el celular.
- No Daniela. No quiero tener el corazón roto otra vez. Te ilusionas, te conocen, se desilusionan. ¿Quién me asegura que esta vez sea diferente? ¿Quién puede ver el futuro para decirme si le gustarán mis cicatrices, mis miedos, mis noches de insomnio donde el pánico se apodera de mi cuerpo, mis malos ratos, mi malhumor, mis lágrimas que aparecen sin avisar y sin una razón que las justifique?.
***
Pablo se alejó un poco, manteniendo una de sus manos en el cuerpo de ella. Apagó las luces. se volvió a acercar a ella y le susurró al oído.
- Te amo Dani, ¿me regalas otros 365 días, o mejor aún, me regalas una vida?
Un ambiente de luz de luna envolvió a dos enamorados. Él sacó una pequeña caja de su bolsillo y su mirada estaba fija en los ojos de Daniela. Mientras ella lo miraba, volvía a sentir como si iniciara un nuevo viaje, con la diferencia que ahora no habían miedos, ni dudas, ni preguntas. El futuro, por primera vez, tenía un poco de certeza y era que también quería que Pablo le regale una vida de risas y juegos. La espera fue larga, hubieron años en que todo parecía ser días complicados, vaivenes de un ex amor, decepciones con amores fugaces, pero cada día fue un aprendizaje que le enseñó que cuando estas en el momento indicado, la vida fluye, sólo debes dejarte llevar y dejar de recordar.
- Siempre sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario