“El objetivo es ser, como siempre, más valientes que ayer.”
A veces me pregunto de dónde viene la valentía. ¿Es verdad cuando dicen que la valentía es atreverse a pesar de tener al miedo gritándote al oído, o hay personas en las que la voz del miedo es tan bajita y débil que es fácil no escucharla? No me considero una persona valiente, aunque alguna vez, cuando le pedí a varias personas que me ayudaran a completar la Ventana de Johari, uno de ellos me describió como "valiente". Desde ese día, la pregunta de si lo soy o no ronda cada cierto tanto por mi cabeza. Pero lo que sí siento es que soy una persona que no se queda con las ganas. La mayoría de las veces hago cosas sintiendo miedo y con los años, el miedo aparece en situaciones en las que antes no pasaba. Confieso que hasta me asusta que llegue el día que su voz sea más poderosa que mis ganas de atreverme.
¿Se puede tener miedo del miedo?
Últimamente siento miedo cada vez que subo a un avión. No me asusta el despegue ni el aterrizaje, y tampoco me inquieta estar suspendida por horas en el aire. Aunque muchos podrían pensar que es mi claustrofobia la que dispara estas emociones tampoco lo es porque esa fobia sólo se activa cuando estoy completamente sola. Este nuevo miedo aparece justo antes de ingresar al avión, muchas ideas comienzan a colarse en mi cabeza: ¿y si no regreso? ¿y si no llego a escribirle a mi mamá contándole si hace frío o calor y confirmarle que llegue con bien?, ¿y si no vuelvo el lunes al trabajo a compartir lo bonito que fue conocer una nueva ciudad, o hablar sobre las rutinas y costumbres curiosas que descubrí?, ¿y si no llego a tener ningún otro recuerdo porque, simplemente, este fue el final?
¿Será que a los 33 años le estoy empezando a tener miedo al fin?
Al ponerlo en palabras, me doy cuenta que esos pensamientos sólo drenan mi energía, se roban el foco de lo importante: vivir el presente, y alimentan una falsa ilusión de que puedo saber lo que pasará en el siguiente minuto. Escribo esto mientras estoy sentada en un avión. Paradójicamente, hoy no tuve tiempo de sentir miedo porque había mucha gente en el aeropuerto, se malograron los verificadores de pasaportes biométricos, estuve un poco más de una hora en la cola de los controles, y luego tuve que correr hasta la puerta de embarque. Me senté y a los diez minutos el avión despegó. Entonces, me quede pensando en el miedo y en ser valiente. ¿Será que el miedo aparece cuando nuestra mente está aburrida? ¿Será que el miedo es sólo un distractor que viene a entretenerte de una forma un tanto macabra? ¿Será que el miedo intenta desconectarte del presente?
Preguntas sin respuestas precisas. Pero algo que sí tengo claro es que la idea es ser cada día un poco más valiente, y que cuando esa vocecita se quiera meter en nuestros oídos, estemos tan enfocados en lo que estamos viviendo que su voz sólo pase - como pasa una nube, como viene y va una ola -, que sea como esa mosca que se te acerca cuando estás comiendo un delicioso mango, y tu la espantas con una mano sin permitir que su presencia arruine ese momento de dulzura.
El futuro es incierto. Los que vivimos con esperanza hacemos planes en él como si tuviéramos la certeza de que van a suceder, y creo que ese enfoque puede ser positivo, siempre y cuando lo hagamos con cautela, sabiendo que los terrenos del futuro son impredecibles y que la mayoría de veces imaginamos situaciones que no llegan a pasar. Sólo nos queda soltar la idea de nuestra mente, para no quedar melancolizados por un futuro inexistente.
El miedo a veces susurra, a veces grita, y otras me mira con cara de "hoy no vuelves". Pero yo ya no huyo. Hoy, en este avión, me senté a su lado y he escrito estas líneas con él. Desde que lo nombré, el miedo ya no se esconde en la sombra. Y yo, que soy muy buena iluminando sombras, lo he mirado de frente cuestionando su existencia. A mi ritmo. A mi modo.
Lo que sí, desde ahora, sólo espero que cuando llegue mi día final, esté tan entretenida que no me dé cuenta de que este cuento acabó. Que me encuentre disfrutando tanto el hoy, que el miedo no aparezca a arruinar el fin de función.
Y entonces, como diría Mary Oliver...
“Tell me, what is it you plan to do with your one wild and precious life?”
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