"Cada uno tiene un don, es nuestro regalo de cumpleaños número cero y nos hace únicos. Somos un mix de virtudes y defectos con un gran don. Puedo ponerme pesimista y decir que mi don es complicarme la vida. Habría podido decir que escribo bien pero no estoy segura si a alguien le gustaría leer lo que escribo, habría podido decir que tengo una habilidad con los instrumentos musicales pero no toco una canción desde hace más de 8 años, habría podido decir que soy ágil de aprendizaje pero eso sería un tanto soberbio de mi parte, no está bien visto tirarse flores uno mismo, habría podido decir cualquier cosa pero se me ocurrió ser pesimista, claramente tengo un don para eso.
Es porque justamente en estos momentos la estoy cagando y me siento celosa. No soporto la idea de que ahora compartas tu vida con otra persona mientras escucho la primera canción que me copiaste en mi reproductor. Lo ves, puedo ser cursi. Recuerdo la última vez que te besé. Fue doloroso.
Si para algo soy extremadamente buena es para complicar las cosas. Me repito que ya no estoy para jugar a las escondidas, pero debo aceptar que aún siento el mismo morbo por las cosas prohibidas, por decidir cosas por las que luego sentiré culpa y me arrepentiré, felizmente que aún hay personas que quieren jugar conmigo pero el problema será cuando ya no quieran hacerlo. ¿Cómo te convenzo de volver a jugar?
Justo ahí, en medio del ruido del bar y mis pensamientos, lo vi. La conversación que estaba a punto de tener sólo complicaría más las cosas.”
***
Abril, 2011
- ¿Por qué aparece una chica "con novio" sola en un bar y le dice "hola" a un completo extraño? - dijo Renzo con una mirada picara.
- Que tenga novio no significa que no puedo salir sola. - Daniela trataba de mostrarse segura y ocultar los nervios que sentía por estar en esa situación.
- Vaya, señorita. ¡Me gusta!
- Sí... a mi también me gusto. - agregó Daniela, con un tono inocente.
- Vaya, vayaaaa. Resulta que además de bonita, modesta.
- ¿Siempre eres tan sarcástico? Seguro por eso no tienes amigos y estás aquí solo. - Daniela se sorprendió por lo que acababa de decir. No solía ser una persona directa, al contrario, trataba siempre de ser agradable.
Renzo lanzó una sonrisa de complicidad que hizo sentir incómoda a Daniela. La sensación de que estaba haciendo algo prohibido estremeció su cuerpo y comenzó a cuestionarse si fue buena idea salir. Ella trató de ahogar esos pensamientos en cerveza y siguió bailando como si nada hubiera pasado. Renzo decidió hacer lo mismo, él notaba que la tensión que había entre ellos generaba incomodidad en Daniela y por alguna razón, que aún no conocía, lo último que él deseaba era que ella se vaya.
Unas horas después, sonó el celular de Daniela.
- Bonita, ya estoy regresando a casa. Estuvo bravazo el reencuentro de promo. Tu, ¿ya estás en tu casa?
- No, amor. Sigo en el bar.
- ¿Quieres que te recoja?
- No estoy en Juanelo, vine a otro lugar que abrieron hace poquito. Ni idea como se llama.
- Ahhh, y, ¿a qué se debe ese cambio? Jaja. Bueno, no importa. ¿Quieres que vaya por ti a ese lugar misterioso?
- Jajaja, ¡sí, por favor!
Daniela miró la hora y eran las 3:00 am. No entendía como pudo pasar el tiempo tan rápido si sólo estuvo bailando con una persona que acaba de conocer, sin decir cosa distinta a la frase "la siguiente la compro yo"; parecía que una botella de cerveza, un par de vasos y la libertad que sentían al bailar era lo único que los mantenía unidos.
Ella buscó el nombre del bar y le envió la información a Nicolás. Se despidió lo más cordial que pudo del chico que acababa de conocer sin intercambiar teléfonos, ni nombres completos para buscarse en redes sociales. No era necesario volver a verse.
***
Julio, 2014
Cuando Daniela estaba por egresar de la universidad, la relación con Nicolás se había desgastado. Ya no veían el futuro de la misma forma. A pesar que ninguno se atrevía a decirlo, cada uno quería tomar un distinto rumbo y era momento de tomar decisiones. Decidieron alejarse un tiempo para aclarar sus sentimos y dedicarse ese tiempo a aprobar cursos pendientes y terminar la universidad. Para Daniela era muy complicado concentrarse en los trabajos finales y exámenes porque de sólo pensar que la relación se iba a terminar, le dolía por qué no sólo perdería a su enamorado si no también a su mejor amigo. Después de tantos años de relación, le parecía poco probable que pudieran mantener una amistad después de terminar y realmente amaba a Nicolás. Lo conocía desde siempre y era su lugar seguro. ¿Cómo podría vivir sin contarle su día, sin sus tradiciones, sin su sonrisa, sin los macarrones con queso que le preparaba cuando tenía hambre?.
Terminó el ciclo universitario y Nicolás decidió llamarla.
- Dani, ¿qué tal? ¿cómo te fue en la última semana de U? - se sentía un poco de tristeza en su voz.
- Bien, ha sido retador manejar los pendientes y bueno, tu sabes... sin ti.
- Sí, ha sido difícil para mi también.
Silencio incómodo, dos corazones tristes, confundidos, con ganas de muchas cosas y al mismo tiempo de ninguna. Con miedo e intentando cuidarse lo más que se pueda.
- ¿Quieres venir a casa? - dijo Dani, casi susurrando
- Prefiero que no nos veamos por ahora, tengo muchas dudas en la cabeza.
- Yo también, Nico, también tengo dudas pero te extraño. En fin, no insistiré.
- Gracias por entender. Dani, gracias de verdad. Por no presionar, por hacer esto un poco más fácil. - Daniela escuchaba mientras sentía el corazón hecho trizas, como siempre callaba lo que sentía para no incomodar, silenciaba sus gritos y escondía el dolor en el cuarto de siempre.
- Me alegra oír eso. Me llamas cuando te sienta mejor, estaré aquí para ti.
Daniela colgó el teléfono antes de que las lágrimas se asomaran, y el adiós sea tan difícil que no pueda contener la situación. Las dudas aparecieron y la tristeza quedó flotando en el aire, pesada, como una promesa rota. Quiso distraerse de esos pensamientos, así que, en un intento por dejar atrás el dolor, decidió alistarse para ir a la fiesta de fin de finales aunque no tenga ánimos para celebrar. Generalmente, ella no disfrutaba ese tipo de eventos ya que no se llevaba bien con sus demás compañeros de carrera y sólo tenía un par de buenos amigos, Andrés y Ximena, que por alguna extraña razón tampoco le gustan esas festividades. Tenían un pequeño grupo en el que creían que todos eran idiotas. Sin embargo, esa noche era necesario salir de casa para despejarse y dejar de pensar.
Se puso un jean y un polo, nada muy rebuscado, y pidió un taxi mientras se maquillaba un poco. Llegó a la fiesta y vio a Ximena, muy guapa y coqueta con un vestido morado de flores. Ni bien la vio, ella corrió a abrazarla mientras gritaba que por fin había llegado alguien interesante a ese evento. Daniela sólo sonrió, ocultando como se sentía, e intentó adaptar su estado de ánimo al ambiente de la discoteca.
Mientras bailaba con Ximena, giró hacía la barra y le pareció ver a alguien conocido. Se acercó un poco para ver mejor y recordó quien era. Renzo estaba ahí y verlo le hizo recordar lo que sintió con él esa noche. Esa mezcla de libertad y culpa, ese mix que la hizo sentir incómoda pero al mismo tiempo diferente.
Él estaba tomando una cerveza mientras conversaba con el barman, y por un instante, el ruido del bar se desvaneció. Apareció el deseo de acercarse a saludarlo pero antes de que Daniela diera un paso, vio a una chica correr hacía él y saltar encima de su cuello. Pensó que seguramente era su novia y la última cosa que ella quería era complicarse el día más.
La fiesta transcurrió sin novedades, por lo que decidió irse temprano para llegar a Miraflores antes de que cerraran Juanelo. Mientras subía las escaleras, el recuerdo de Nicolás apareció como un fantasma pero no permitiría que ese pensamiento la atrapara.
- Esta noche es para mí - se dijo, tratando de animarse. Aunque la nostalgia siempre encuentre la manera de colarse entre las luces del lugar.
- ¡Hola preciosa! Tanto tiempo sin verte, ¿te vas tan temprano? - la sorprendió la voz de Renzo.
- Ah, hola. Ando un poco aburrida - respondió, intentando ocultar la sorpresa de verlo.
- Que falta de confianza, yo puedo ayudarte a divertirte. Claro, sólo si quieres.
- Te repito lo mismo que hace años: Tengo novio. - dijo, pero su voz tembló ligeramente. La seguridad que intentaba proyectar se desvanecía cuando se sumergía en la mirada de Renzo.
- ¿Qué haces nuevamente sola, sin tu novio? Empiezo a creer que ese novio tuyo es imaginario - Dijo Renzo, riendo.
- No tengo porque darte explicaciones. ¿Puedes darme permiso? - con una mezcla de irritación y algo más.
- ¿Qué haces nuevamente sola, sin tu novio? Empiezo a creer que ese novio tuyo es imaginario - Dijo Renzo, riendo.
- No tengo porque darte explicaciones. ¿Puedes darme permiso? - con una mezcla de irritación y algo más.
- Vaya, vayaaaa. Entonces al bonita y a lo modesta, le tengo que agregar que tienes un carácter que podría volverme loco. - Renzo se acercó a Daniela y ella comenzó a sentir su corazón latir.
La cara de desconcierto de Daniela era imposible de disimular. La confusión la envolvía. El primer impulso que tuvo al verlo fue acercarse a Renzo y una parte de ella sólo se resistía porque cuestionaba si esa conexión era un acto de traición hacia Nicolás
- Bueno, ¿me das permiso? Mi taxi ya está esperando a fuera.
- ¿Dónde vas? - preguntó él, de manera encantadora.
- No es asunto tuyo.- respondió, con un tono cortante. Sin embargo, su mirada no estaba en consonancia con el tono de sus palabras.
- Vamos, ¿dónde vas? - Renzo se acercó aún más, haciéndola sentir incómoda en las estrechas escaleras y al mismo tiempo ella sentía a su corazón latir con más fuerza. De pronto, se asomó la idea de que le gustaría que se acerqué un poco más y eso la aterrorizo.
- Voy a Miraflores pero.. prefiero ir sola. - Sentía miedo de como podría terminar esa noche si se iban juntos a otro lugar.
Renzo sonrió, pero ella tenía una postura que proyectaba que no iba a ceder.
- Ya tuve suficiente por hoy. De verdad que no estoy en un buen momento - el tono cortante se volvió triste.
- Tal vez puedas enseñarme tu bar favorito y contarme por qué te gusta tanto - La actitud de Renzo también cambió. Se alejó de ella, sus ojos irradiaban preocupación e interés genuino.
Daniela dejó de sentir que era un desafío para él. El cambio de actitud la sorprendió. Seguía sintiendo deseos divididos. Quería rechazarlo pero también anhelaba escapar de la realidad que la asfixiaba, preguntándose si él podría ofrecerle ese alivio que tanto necesitaba.
Finalmente, cedió.
- Está bien, vamos - dijo, tratando de mantener la voz firme, aunque su corazón latía más rápido de lo que le gustaría admitir.
No dijeron ninguna palabra hasta que llegaron al bar. Compraron un par de cervezas mientras charlaban de temas superfluos. Cuando Daniela le dijo que debía irse, Renzo se ofreció a llevarla. Ella pensó que era inapropiado sin embargo eran pasadas las 5 am y no se sentía bien. Había sido una noche larga en que tomó más de la cuenta y sin darse cuenta, también se divirtió más de lo esperado. Llegaron a su casa, los dos se bajaron del taxi y Renzo le pidió su número.
- ¿Será posible vernos alguna vez en un lugar que no sea un bar?
- No te daré mi número. No confundas las cosas. Sólo somos dos extraños que comparten una cerveza en un bar. Ah, y ahora un par de taxis. - respondió, sintiendo que, a pesar de sus palabras, una parte de ella también quería más.
Daniela se despidió y entró a su casa dejando atrás el bar y a Renzo. Mientras se preparaba para dormir, los pensamientos de Nicolás volvieron a su mente. Sin embargo, la sensación de libertad que había experimentado con Renzo iluminaba su mente, desafiaba la tristeza y abría un camino con nuevas posibilidades.
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Daniela se despidió y entró a su casa dejando atrás el bar y a Renzo. Mientras se preparaba para dormir, los pensamientos de Nicolás volvieron a su mente. Sin embargo, la sensación de libertad que había experimentado con Renzo iluminaba su mente, desafiaba la tristeza y abría un camino con nuevas posibilidades.
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