"Cada día era más fácil. Sentía que estaba en el camino de perdonarme y dejar el pasado atrás. Es triste estar triste sin razones aparentes o absurdas a tus ojos. Pero es aún más triste tener palabras resonando en la cabeza de personas que fueron importantes. Nadie sabe el impacto que tienen las palabras, por lo menos en mi, y lo difícil que es que reponerme después de que me lancen veneno en forma de sonidos. Una vez me dijeron que soy muy frágil y no supe que responder, sólo me quedé callada. Aún no sé si es que yo soy muy frágil o la gente, a veces, es muy cruel.
Ser intensa es poco valorado. Sí, tenemos mala fama pero no invierto mis energías en luchar esa batalla. Puede parecer que es fácil ser así pero no lo es. Por ratos es desgastante porque implica vivir en una montaña rusa de emociones donde cada una de ellas se siente en su forma más exagerada. Sin embargo, cuando logras eso que tanto deseaste, sabes que valió toda la intensidad que usaste."
***
Logré meter todo lo que había sido mi hogar, durante los últimos años, dentro de mi auto que de un momento al otro se convirtió en el típico carro de payaso de circo con muchas cosas metidas de una forma torpe. Era la segunda vez que me iba a mudar y ya era una experta. Me gusta sentir que puedo hacer todo sola y por eso no pedí ayuda, ni avisé que cambiaría de casa otra vez. Embalé cajas, desarmé muebles, bajé las cosas piso por piso y noté que era más fuerte de lo que pensaba cuando cargaba mi mochila en un trek y, automáticamente, pedía a alguien más que la lleve por mi. Me ensucié, lloré y miré alrededor con orgullo y nostalgia. Recién caía en cuenta que había recolectado muchas cosas, entre compras de diario y noches de insomnio en las cuales fumar unos cigarros en el techo y observar el parque del lado buscando una señal, un deseo de estrella fugaz o una luz que me dé la certeza que mi suerte mejoraría se había convirtió en parte de la rutina de mi día.
Era mi primera vez viviendo sola y fue complicado pero aprendí el valor de la independencia aunque sintiera que me costaba hasta respirar. Si no arreglaba la casa, nadie más lo haría por mi y vivía en mi asquerosidad hasta el día que decida hacer algo al respecto. Vivir sola es la forma más tangible de entender que, al final, sólo te tienes a ti y si tu no te cuidas, lo más probable es que la pases mal en esto que llamamos vida. Los primeros meses era difícil lidiar con la soledad, tenía pensamientos extraños como "podría morir aquí y me encontrarán después de varios en días, ya descompuesta" o "a nadie le importo porque no vienen a asegurarse que estoy bien". También extrañaba la comida de casa, las charlas en la cena, la compañía al ver una película el domingo por la tarde, hasta las peleas entre mi papá y mi hermana. Luego, el tiempo transcurrió y todo cobró más sentido. Valoré la soledad y hasta terminó siendo un privilegio pasar una tarde tranquila, leyendo un libro mientras comía un postre, mirar por mi ventana como las hojas del árbol se movían o a los niños jugar con las resbaladeras del parque. Comencé a conocerme a la perfección, saber cuando estoy en modo "quiero molestar", cuando debo engreírme para que la composición química de mi cuerpo no sea más fuerte y me sumerja en la tristeza, cuando necesito un respiro de los demás y, lo más importante, aprendí a ser más consciente de mis emociones.
Terminé de guardar las últimas cosas en mi cuarto, darle la llave al casero del edificio y me quedé unos minutos parada mirando el lugar donde viví los últimos años. En ese momento tenía la completa certeza que la Daniela que llegó no es la misma que ahora se estaba yendo en busca de nuevas aventuras. Había crecido de una manera abrupta y dolorosa, pero en mi caso es necesario que sea así el proceso.
Entré a mi auto, lo encendí cuando de pronto apareció él en su carro color gris y se estacionó de una forma como dando a entender que no me permitiría salir de la cochera.
Entré a mi auto, lo encendí cuando de pronto apareció él en su carro color gris y se estacionó de una forma como dando a entender que no me permitiría salir de la cochera.
- ¡Daniela! No te vayas, no tiene sentido. ¿Qué vas a hacer en otra ciudad? Si te pasa algo, no voy a poder ir a verte.
- ¿Quién te contó que me voy?
- Eso no importa, sólo no te vayas. Por favor, no lo hagas.
- ¿Aún no te das cuenta que nadie se muere de amor?