domingo, 8 de diciembre de 2019

Mi Independencia

"Cada día era más fácil. Sentía que estaba en el camino de perdonarme y dejar el pasado atrás. Es triste estar triste sin razones aparentes o absurdas a tus ojos. Pero es aún más triste tener palabras resonando en la cabeza de personas que fueron importantes. Nadie sabe el impacto que tienen las palabras, por lo menos en mi, y lo difícil que es que reponerme después de que me lancen veneno en forma de sonidos. Una vez me dijeron que soy muy frágil y no supe que responder, sólo me quedé callada. Aún no sé si es que yo soy muy frágil o la gente, a veces, es muy cruel. 

Ser intensa es poco valorado. Sí, tenemos mala fama pero no invierto mis energías en luchar esa batalla. Puede parecer que es fácil ser así pero no lo es. Por ratos es desgastante porque implica vivir en una montaña rusa de emociones donde cada una de ellas se siente en su forma más exagerada. Sin embargo, cuando logras eso que tanto deseaste, sabes que valió toda la intensidad que usaste."


***

Logré meter todo lo que había sido mi hogar, durante los últimos años, dentro de mi auto que de un momento al otro se convirtió en el típico carro de payaso de circo con muchas cosas metidas de una forma torpe. Era la segunda vez que me iba a mudar y ya era una experta. Me gusta sentir que puedo hacer todo sola y por eso no pedí ayuda, ni avisé que cambiaría de casa otra vez. Embalé cajas, desarmé muebles, bajé las cosas piso por piso y noté que era más fuerte de lo que pensaba cuando cargaba mi mochila en un trek y, automáticamente, pedía a alguien más que la lleve por mi. Me ensucié, lloré y miré alrededor con orgullo y nostalgia. Recién caía en cuenta que había recolectado muchas cosas, entre compras de diario y noches de insomnio en las cuales fumar unos cigarros en el techo y observar el parque del lado buscando una señal, un deseo de estrella fugaz o una luz que me dé la certeza que mi suerte mejoraría se había convirtió en parte de la rutina de mi día. 

Era mi primera vez viviendo sola y fue complicado pero aprendí el valor de la independencia aunque sintiera que me costaba hasta respirar. Si no arreglaba la casa, nadie más lo haría por mi y vivía en mi asquerosidad hasta el día que decida hacer algo al respecto. Vivir sola es la forma más tangible de entender que, al final, sólo te tienes a ti y si tu no te cuidas, lo más probable es que la pases mal en esto que llamamos vida. Los primeros meses era difícil lidiar con la soledad, tenía pensamientos extraños como "podría morir aquí y me encontrarán después de varios en días, ya descompuesta" o "a nadie le importo porque no vienen a asegurarse que estoy bien". También extrañaba la comida de casa, las charlas en la cena, la compañía al ver una película el domingo por la tarde, hasta las peleas entre mi papá y mi hermana. Luego, el tiempo transcurrió y todo cobró más sentido. Valoré la soledad y hasta terminó siendo un privilegio pasar una tarde tranquila, leyendo un libro mientras comía un postre, mirar por mi ventana como las hojas del árbol se movían o a los niños jugar con las resbaladeras del parque. Comencé a conocerme a la perfección, saber cuando estoy en modo "quiero molestar", cuando debo engreírme para que la composición química de mi cuerpo no sea más fuerte y me sumerja en la tristeza, cuando necesito un respiro de los demás y, lo más importante, aprendí a ser más consciente de mis emociones.

Terminé de guardar las últimas cosas en mi cuarto, darle la llave al casero del edificio y me quedé unos minutos parada mirando el lugar donde viví los últimos años. En ese momento tenía la completa certeza que la Daniela que llegó no es la misma que ahora se estaba yendo en busca de nuevas aventuras. Había crecido de una manera abrupta y dolorosa, pero en mi caso es necesario que sea así el proceso.

Entré a mi auto, lo encendí cuando de pronto apareció él en su carro color gris y se estacionó de una forma como dando a entender que no me permitiría salir de la cochera.

- ¡Daniela! No te vayas, no tiene sentido. ¿Qué vas a hacer en otra ciudad? Si te pasa algo, no voy a poder ir a verte.
- ¿Quién te contó que me voy?
- Eso no importa, sólo no te vayas. Por favor, no lo hagas.
- ¿Aún no te das cuenta que nadie se muere de amor?

martes, 26 de noviembre de 2019

Reinventando: Parte 1

Era una tarde un poco fría. Se había perdido recorrido calles mientras tomaba fotos y no había quedado tiempo para almorzar. Llegó a su casa de turno, se puso ropa aún más cómoda de la que llevaba puesta, dejó la cámara a un lado y calentó un poco de café pasado y unas humitas que había comprado en la plaza. Hizo todo muy rápido para poder ir pronto a la terraza a disfrutar el anochecer. Sin celular, sin cámara, sin fantasmas. Con los años, se acostumbró a rentar pequeños departamentos en lugar de una habitación de hotel y así por unos días se sentía como si tuviera otra casa, en donde podía reformular sus reglas de convivencia, su rutina diaria y, muchas veces, permitirse jugar a ser otra persona.

La vista desde la terraza era hermosa y Daniela aguarda los anocheceres para estar arropada en una manta y una taza caliente. Antes solía acompañarlos, también, con una cajetilla de cigarros - le encanta el olor a cigarro y café pasado (o ron con coca cola) - pero hace más de un año que no fuma y ni el mejor anochecer, ni la mejor juerga la haría flaquear en su ideal de no volver a fumar.

- Vida, ¿te cuento algo gracioso? - Esperaba unos segundos con la esperanza que alguien responda - Yo siempre decía que iba a dejar de fumar el día que tenga hijos. Porque, ¡claro!, siempre he sabido que fumar te daña más del 80% de órganos que tenemos dentro pero por mi misma no podía hacerlo, tenía que tener un hijo para que por él (o ella) - siempre he querido que sea un él - tenga la voluntad que no tenía para hacerlo por mi misma. Ay vida, es que por tantos años me he tenido tan poquito amor propio...

Terminaba de decir esa línea y la voz se le entrecortaba. Aún dolía recordar. Mientras se preguntaba si algún día dejaría de doler así, en su cabeza recorrían los años en que se creía la reina del bar, destilando aires de grandeza que la gente solo lograba pasar con algunas sonrisas extras. Tanto tiempo de caretas, mentiras y jugar con corazones. Sin embargo, cuando estaba sola se reducía a sentirse miserable con lo buena que era la vida con ella a pesar de todo. Salían lágrimas por sus ojos. 

De pronto, volvía a sonreír. Se secaba las lágrimas con mucha dulzura mientras se miraba en el reflejo de la cuchara. Al terminar los recuerdos de años oscuros, comenzó el día en que cambió todo. Un día se prendió una pequeña luz que con el tiempo creció y se expandió por todo su ser. No sabe cómo se originó, si alguien la prendió y se fue. Solo sabe que un día volvio a mirar y al rededor ya no era tan oscuro, tan tenebroso, tan intimidante. 

- Vida, ¿te cuento algo gracioso? - Esperaba otra vez unos segundos antes de continuar - Siento que por fin estoy en paz.

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jueves, 14 de marzo de 2019

Clown para ser feliz

He cambiado.

No soy la misma que un día se fue en busca de nuevas experiencias ni la que volvió. Hoy tengo definidas mis prioridades y lo que quiero para mi. A veces es complicado porque cuesta renunciar a una vida a la que estas acostumbrada y por ratos funciona, para comenzar de nuevo. Dejar atrás los viejos hábitos, amigos, pasatiempos, formas de pensar, metas, ídolos de vida y una parte de mi misma. Sin embargo, hoy tengo claro que las personas evolucionamos y todos los cambios son sólo para mejor y esos cambios, vienen con desapego. 

Un día decides ser un libro en blanco. Tirar a la basura la vida y planes que tenías para comenzar de nuevo. Te sientas en tu cama a ver fotos antiguas, recuerdas tu niñez con nostalgia que tiene algo de felicidad y otro poco de tristeza. Recuerdas con lo que soñabas y la convicción con que decías que lo ibas a lograr. Todos los niños tienen sueños increíbles y no les importa si son grandes o pequeños o todo el esfuerzo que deberán invertir. No se ponen como nosotros, los adultos, a analizar cada detalle y pensar que es lo que perderé si priorizo esto o que dejaré de hacer o que de mejor podría estar haciendo. ¡No! Ellos sólo sueñan y así son felices, creyendo que lo tendrán y algunos hasta juegan con que ya lograron su sueño o ya son lo que desean. Sigues avanzando y encuentras tu adolescencia, la mía no fue complicada o no lo recuerdo como una etapa caótica pero si me costaba definir que es lo que quería para mi. Al final, hice lo que dijeron que debía hacer y hoy estoy agradecida con lo que tengo, no tengo nada que reprochar.
  
Pero estas en ese día, en el que decides ser un libro en blanco y probar cosas nuevas y en ese camino conoces nuevas personas que te cambian la forma de ver la vida y sentir, te cambian los ojos, te abren el panorama. Te reencuentras con otras que hace mucho no veías pero sientes en tu corazón esa alegría de todos los logros que consiguió y las ganas que le mete a ser feliz y, sabes que es lo más genial, que ellos también se alegran de los tuyos. Conoces nuevas pasiones que te provocan estallidos de felicidad. Conoces nuevas formas de compasión, de amor, de entrega desinteresada, de ser feliz y reír desde adentro hasta que duela la panza y te salgan algunas lágrimas de los ojos. Conoces un mundo ideal, el que cantabas cuando eras pequeña mientras veías Aladinn y te acordabas de tu mamá que muy a su forma te impulso siempre a soñar en grande y muchos años no lo hiciste por sólo querer dar la contra pero siempre estuvo ahí, guardado en tu corazón, esperando que te quites esa corteza tan dura con la que habías protegido tu alma para que nada te afecte, para que te vean como el eslabón que no se desdobla, que sale triunfante. Pero hoy ya no importa, la terquedad quedó atrás y dejas de caminar para volar, no en una alfombra mágica si no contigo misma.

El día que decidí ser un libro en blanco, aprendí a ser clown y a pesar que aún me falta estudiar mucho e inscribirme a más talleres y saber mucho más de ese mágico mundo. En estos cortos siete meses me ayudo a ser más libre, más segura, más feliz, más guapa y podría decir que hasta amarme más. A dejar de juzgarme y compararme con los demás. Comenzar a ser yo mi propio referente, claro que igual tengo algunos ídolos pero ya no los veo con cierta envidia si no con gratitud porque escucho las enseñanzas que dejaron y me ayudan a ser mejor. Entendí que cada uno de nosotros tiene diferentes caminos y propósitos que cumplir y que todos y cada uno de ellos son igual de valiosos y hay que aplaudirlos cuando vez lo constantes que son para lograr sus sueños. Todo esto lo recordé jugando y en esos juegos, hacía reír a los demás, porque les aseguro que desde el día que me pare en un escenario y los vi reír conmigo, comencé a reírme yo también de mi y fue magia pura. Cuando empecé a mostrarme transparente, tal cual soy sin mascaras pero con muchas ganas de mejorar día a día, todo se hizo más ligero, comenzó a fluir bonito, aparecieron risas por todos lados y una vibra alucinante.

Gracias payasa, sé que aún tengo mucho más por explorar y conocerte pero también sé que siempre estuviste ahí, dentro de mi, como un pendiente desde la primera clase que fui cuando tenía diecisiete años. Me dijiste muchas veces que querías salir, es que la intuición es tan sabia y te confieso algo. te escuche en el momento exacto, cuando más te necesitaba.


martes, 5 de marzo de 2019

Mi vida como un trek

Aún recuerdo como si hubiera sido ayer la primera vez que hice un trek. 

Hace tres años viaje a Huaraz, el viaje salió de un día para el otro pero ya había visto muchas fotos increíbles de una laguna a 4,200 msnm y como soy amante de las fotos, quería tener mi foto postal allí, ese era mi trofeo. No sabía a lo que me estaba metiendo. No recuerdo a ciencia cierta si estaba con los implementos adecuados así que diré que no, no estaba preparada. Recuerdo que en cierta parte me asuste y quise salir corriendo, sin embargo soy necia y en ese momento me importaba mucho la opinión de los demás, así que tenía que terminar el camino por la simple razón de no fracasar. En ese momento de mi vida, tenía una construcción sobre mi tan pesada que quería dar la impresión de ser fuerte, de todo lo puedo, de lo que quiero lo logro y que desgastante era vivir cargando todo eso. De hecho estuve renegando la mayoría del tiempo y sólo tenía cara bonita cuando sacaba el celular para registrar el camino en vídeo. Cuando faltaba pocos metros para llegar a la cima, sentí que no podía más, que en realidad no importaba tanto rendirme con tal que el dolor de cabeza desapareciera por unos minutos pero en ese momento apareció alguien que disolvió un sobre rojo en una botella de agua y me lo ofreció, creo que era algo energizante, la verdad no pregunté. Luego de eso, no podía hacer otra cosa que seguir caminando. Llegué a la laguna y el sentimiento fue inexplicable. Lo había logrado. Había caminado unos 13 km por casi 3.5 horas, si de hecho no es un tiempo del cual sentirse orgulloso pero yo me sentía fabulosa.

Después de ese día y a raíz de mantener ocupada mi cabeza la mayoría de tiempo, comencé a hacer más caminatas con un amigo que aguantaba escucharme renegar todo el camino, o eso creo, y se burlaba cuando me ofrecía una foto y mi sonrisa aparecía como invocada y aparecía una mujer feliz y relajada. Entonces practicar trek se volvió una rutina de renegar y tener fotos bonitas que definitivamente no se sentía correcto. Cuando alguien me preguntaba como me había ido, no sabía si decirles la verdad o decir que fue increíble. Sentía que estaba viviendo una mentira y la peor parte es que me estaba engañando con una seuda felicidad.

Con el tiempo, decidí aprender a ver mi vida desde a fuera, como si fuera alguien más. Ponerme en otra perspectiva ya que no me iba del todo bien y estaba cansada de que fuera así. En ese momento, me di cuenta que esa actitud que tenía en los treks era la misma que tenía en mi vida. Renegaba por todo, me molestaba de cosas que hoy no tienen importancia o hasta de cosas que yo misma había decidido, ni si quiera recuerdo la lista enorme de cosas por las cuales he pasado malos ratos y he causado a otros sentirse igual de mal. Lo que más me disgustaba era que podía estar de malas pero me ponías frente a personas con quienes no tenía tanta confianza y fingía que todo estaba bien, como si fuera una foto. No me gustó darme cuenta del patrón que estaba siguiendo y decidí cambiar. Sí, suena fácil decirlo ahora pero me ha llevado varios años y aún el camino sigue siendo largo pero la tengo clara, no me enfoco en la foto final, si no disfruto el camino.

Hoy acepto mi vida con subidas y bajadas, con ratos en que piso mal y resbalo, algunas veces dolerá y otras veces sólo reiré por haberme caído de forma graciosa pero siempre me levantaré porque no puedo quedarme ahí estancada viendo como la vida pasa. Mi mirada esta fija en el frente y en seguir el camino, aunque por ratos me asuste que un día la caída sea tan fuerte que sea muy difícil levantarme. Me siento a mirar todo lo que avance y me gusta recompensarme por esos pequeños logros, hacerme porras y tomarme varios descansos si es lo que necesito. No estoy comparándome con los demás, ni me fijo si alguien está mirando lo que hago o va más rápido que yo. Es mi camino y lo hago a mi ritmo, al que puedo mantener hasta lograr lo que busco. Disfruto mi compañía y los paisajes que me regala la vida. 

Cuando logro lo que me tracé o llegó al final de un camino después de varias horas, encuentro mi recompensa mayor. Sí que es hermosa, sí que vale la alegría todo el esfuerzo invertido. Sin embargo no olvido todo lo que recorrí para llegar hasta ese punto. Recuerdo con cariño cada paso que di, pienso que cada pendiente, por más terrible que pudo haber sido, de regreso será más fácil porque vamos de bajada. La lluvia, el sol, el cansancio es parte de un todo y pensar que la vida será fácil es seguir viviendo en el mundo de las fantasías. Prefiero mojarme con la lluvia, secarme y brillar con el sol y tomarme un respiro si es necesario cuando siento cansancio.


domingo, 27 de enero de 2019

Sorpresa

Cuando lo encontré bailando al lado de la barra, lo primero que pensé que decidir no contarle a ninguna de mis amigas que había vuelto a salir con él fue la mejor decisión que pude tomar en la última semana. De hacerlo, me habrían dicho que era una tonta por creer que las personas cambian en tres meses. Debo confesar que sí le creí, siempre creo lo que me dicen las personas a pesar que mi psicólogo me haya repetido varias veces que después de cierta edad es muy difícil cambiar tu esencia. Pero si yo decidí mejorar y aunque en el camino la he cagado varias veces - algunas cagadas sí que olieron feo -, siento que he podido re-invertarme y mejorar en muchos aspectos de mi vida. Entonces, si yo pude, ¿por qué no podrían los demás? Eso es lo que pienso, soy una ternurita ¿verdad? Es fácil agarrarme de ilusa pero, aprendí a dar la vuelta a la página y rápido, no me vengan con huevadas.

Sólo fueron dos salidas y menos mal que no le permití meterse bajo mis sábanas otra vez a pesar que desde que nos reencontramos la cosa fluyó. Antes creía que sólo fluía con algunas personas y cuando vivías algo así tenías que aferrarte a ese sentimiento porque era muy difícil volver a encontrarte con algo así pero luego me di cuenta que con cualquiera que has tirado alguna vez, logras tener esa conexión que fluye. Puedo sonar a que con los años deje de idealizar el amor y sí, es así y es lo mejor que he podido hacer.

Gracias a tantas novelas mexicanas, las más dañinas en su especie porque embrutecen el cerebro más que ver un reality de moda, otras tantas películas de Disney y las viejas y confiables comedias románticas, solía creer que todo estaba destinado a ser, que al final de la historia, todo se arreglaba y terminaba con un beso de "felices para siempre". La mermelada siempre ha sido parte de mis días. Que aparecerte a medianoche en la puerta de su casa con carita dulce y pedir disculpas, era la máxima expresión de amor. ¿Por qué no me dijeron que así no funciona en la vida real? ¿Qué eso sólo te hace ver lo obsesiva y poco amor que te tienes? En fin... Hoy por hoy, sé que mi definición de amor esta errada. Entonces, ya no sé. Intento entretener mi tiempo en otros temas porque cada vez que me tocan el tema de relaciones amorosas, me cuesta mucho seguir el tema, tengo una lista de intentos fallidos que cuando cuento el resumen, me miran con una cara de "ni en broma has hecho todo eso, ¿dónde está la puerta de salida?". Bueno sí, tampoco me gano el premio mayor pero he cometido mis errores de adolescente hasta los veinticinco. Hoy por hoy. estoy como un libro en blanco, buscando que es el amor y como se siente. Todo lo que viví fueron mentiras y lo siento por cada uno de mis exs, porque lo que les di fue cualquier cosa menos amor, espero que al menos los haya divertido porque si no, fracasé hasta como persona graciosa y eso no lo permito.

Retomando mi historia y contando algo de lo que sí estoy segura es que cuando lo vi bailando sentí traición. No teníamos una relación pero me dijo que había cambiado y las juergas quedaron en segundo plano, que volvería temprano, que si yo quería podíamos vernos el sábado en la noche porque no haría nada. Pero ahí estaba con sus amigos, y yo no sabía si acercarme o no. Lo que hice fue salir a tomar aire y hablar conmigo. Dije algunas cosas en voz alta por lo que un borrachín de la discoteca que se ganó con mi speech en contra de los de su género se me acercó diciendo "tranquila flaca, te invito a un trago". Lo miré con cara de "¿es en serio?" mientras escribía un mensaje de texto, que hoy por hoy no recuerdo mucho que decía pero en síntesis decía que ya se acabó todo para siempre y que no me escriba porque me cuesta mucho dejar un mensaje en leído. Nunca contestó. Creo que ni lo leyó...

¡Sorpresa!, te enamoraste de un patán.
Otra vez.