lunes, 28 de noviembre de 2016

Mudanza: Parte I

Noviembre. Medianoche del martes. Un pan con hotdog y una cerveza con coca cola de cena. Somewhere over the rainbow en el reproductor. Estado: Solté el globo y soy feliz conmigo.

A dos días del inicio del último mes de año, siento que fue hace pocos días que decidí ir a un supermercado a comprar un nuevo colchón. A pesar que sólo era para mi, sentí ese impulso que te dice que ya es momento de dormir en una cama de dos plazas porque nunca se tiene suficiente espacio para estirarse o para estar en modo marmota después del trabajo. Fue difícil decidir dejar mi cuarto de paredes rosadas y negras con fotos pegadas en todas las paredes, mi barrio, mi desayuno caliente de cada mañana y la compañía de dos tercios de mi corazón junto a un bello perrito bebe de seis meses. Pero más difícil que tomar la decisión fue poner mi ropa en tres maletas y despedirme de papá y hermana. Debo confesar que por un momento sentí que tal vez no los volvería a ver, que tal vez no podría vivir sin escuchar sus peleas en la mañana o sin que mi hermana entre a mi cuarto a despertarme para pedirme una cartera prestada. Sin embargo, aquí estoy, más fuerte y madura que hace un mes. Las cosas han cambiado, yo he cambiado y mis prioridades también. Aunque haya creído al inicio que fallaría en el intento de ser totalmente independiente y regresaría corriendo a mi nido, debo ser sincera y aceptar que todo está bien, la soledad tiene cierta adicción que es difícil de explicar. Sobreviví. He ido aprendiendo tantas cosas en este corto tiempo que las ideas aparecen en mi mente de forma desordenada que no sé si esta entrada estará redactada de forma correcta o si se entenderá (y a quien le importa)

Recuerdo cuando le contaba a mis amigos que no almorzaba cuando no tenía con quien hacerlo y ahora hago muchas cosas sola y la verdad es que es genial. Aprendí que si mezclas ropa de color con ropa blanca, de verdad se destiñe, no es floro lo que ves en las películas. Aprendí que una escoba no es lo único necesario para limpiar una casa si no que hay mil productos de limpieza y todos absolutamente necesarios, así vivas en un cuarto con sólo un baño. Aprendí como helar la cerveza sin necesidad de tener un frigobar y que mi primer electrodoméstico sería una plancha, no se puede vivir sin una. Eso me recuerda que cuando fui a comprar mi plancha, la señora que atendía en el supermercado me dijo que las planchas de cabello se encontraban en otra sección. No sé que me intentó decir, tal vez que era muy joven como para estar buscando una plancha. Ni idea. Aprendí que no hay mejor manera de empezar el día que con una taza de café y escuchando por la ventana a los perritos ladrar. Aprendí que todos los días son buenos siempre y cuando tu tengas ganas de que sean así. Aprendí que no dependes de nadie y que cada vez que voy a casa, lo hago porque los extraño y quiero estar con ellos y no porque tenga que hacerlo. Aprendí que mi papá es el mejor papá que existe y que tal vez no soy una mujer perfecta pero hizo de mi una persona de corazón noble y con valores sólidos que me acompañaran donde quiera que vaya. Aprendí que hasta comer pizza todos los días aburre y que la comida casera es lo mejor que una cocina puede preparar. Aprendí a vivir más y preocuparme menos. Al inicio dormía con la luz prendida porque me daba miedo estar sola en un lugar desconocido, pero cada vez ese sentimiento disminuye y mi pequeño cuarto va tomando mi esencia y se va sintiendo más familiar.

El futuro es incierto y la verdad es que nunca me ha importado por eso no me preocupo por mañana que es más que probable muera de sueño por no dormir mis sagradas ocho horas diarias. Lo único que pido y espero es que lo que venga tenga mucho más aprendizaje y los planes que tengo en mente se logren concretar. Tengo todas las ganas de comerme al mundo y si es que el también quiere, me coma a mi.

Hay cambios que dan miedo pero que son necesarios para aprender y crecer como persona. Salir de la zona de confort siempre es bueno. Así que no te aferres ni a lo material ni a las personas. Despréndete y disfruta de la vida que es corta y nada dura para siempre, ni la alegría, ni la tristeza. Recuerda estar en constante aprendizaje y para eso sólo debes seguir hacía adelante.

Tangible

He sostenido casi todos mis años que no soy celosa ya que siempre he creído que si alguien te quiere engañar lo hará, así que no me preocupo porque al final la verdad siempre sale a la luz y en la conciencia de cada uno está si traicionaste a la persona que decías amar. Además, los celos sólo generan peleas y pelear no es una opción en mi vida. Sin embargo, es verdad lo que dicen, todo está bien hasta que aparece alguien que te cambia el esquema y rompe el concepto que tenías acerca de todo.

Un día sin avisar, aparecieron publicaciones incómodas que me ponían celosa. Sí, celosa. No sabía cómo expresarlo, ni como iniciar el tema de conversación, así que entre besos fue la mejor forma. Él no escuchaba, o tal vez tomaba de broma lo que decía. No hizo nada hasta que un día le di un ultimátum y, bueno, no le quedó de otra.

Este fin de semana fue muy atareado, así que el domingo me dediqué sólo a dormir. Desperté a las 11 de la mañana, con una resaca de cien personas juntas. Entré a las redes sociales y vi una publicación que me incomodó muchísimo, hace tanto no sentía que el corazón se me iba a salir del cuerpo. Lo llamé y pregunté que significaba eso pero sólo dijo "sabes de quién estoy enamorado" y yo replique con un "no quiero que me lo repitas, quiero que lo demuestres." 

Luego de unos minutos:
- Ya está.
- ¿Qué está?
- Ya borré la publicación.
- Sabes que esa no era la solución...
- Sé que tú incomodidad no se va a quitar tan fácil como eliminar algo de Facebook pero necesitaba demostrarte rápidamente que nadie es más importante que tu, que estoy loco por ti y eres con quien quiero estar.

No sabía qué decir, solo puse un cara sonriendo y le dije que intentaría dormir un poco más ya que la cabeza me estallaba.

Llegó a mi casa a las 2 horas y tenía en las manos un taper envuelvo en una toallita de Hello Kitty. Se acercó y me dio un beso, para luego decir:

- Te preparé una sopa con algunas cosas que te gustan, lo siento por no poder incluir un Big crunch pero tiene wantan, tallarines cabello de ángel, zanahoria, 2 huevos, pollo desmenuzado. Bella, me encantas. No te pongas mal por una publicación tonta, ¿ya?
- ¿Publicación? ¿Qué publicación? Huele riquísimo lo que has preparado. Eres un bello, te quiero.

Y así, deje de desconfiar.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Veinticinco

Siempre pensé que cumplir veinticinco años era un número hito para celebrar. Sin embargo, después de estar celebrando mi cumpleaños desde que tengo diecisiete años de la misma manera: Variedad de trago y por litros, tequila con sal, luces de colores, música de moda, amigos cercanos y el clásico pollo al horno de mi papá, decidí que este año no celebraría. No tenía ganas. No tenía la misma emoción por mi cumpleaños que años anteriores y para ser sincera creo que nadie en todo el mundo adora más su cumpleaños que yo, para mi es mi día, el único que me permito ser totalmente egocéntrica y deseo ser la más engreída. Pero, las cosas no andaban bien en casa ni en mi cabeza. Casi un mes entero me la pase analizando que había logrado en veinticinco años y si era la persona con quien soñaba ser cuando era niña. La verdad es que me presiono mucho, espero más de mi de lo que puedo conseguir dando mi trescientos por ciento. Siempre estoy en competencia conmigo, siempre siento que puedo hacer las cosas mejor y nunca estoy satisfecha con lo que tengo. Hoy, con veinticinco años y un mes exactamente, viendo mi vida desde afuera y con otros ojos debo aceptar con muchísima pena que gracias a esa forma de ser no he disfrutado de las pequeñas cosas ni de la compañía de las personas.

Este nuevo año trajo consigo una lección dura pero que mejorará mis relaciones amores significativamente. Aprendí lo que es terminar una relación. Imagínense, recién ahora vengo a aprender eso. Fue así, dos días después de mi cumpleaños, se fue de mi vida. Desapareció. Ausencia total. No sé nada de él, ni él de mi. Nunca va a cambiar de opinión acerca de lo que decidió. No hay vuelta atrás, no hay conversaciones para intentar solucionar "lo solucionable", no hay segundas oportunidades, no hay un: "¿te gustaría volver a intentarlo?". Terminamos. Se acabó y así es como funciona en realidad la cosa y yo tenía un equivocado concepto de que terminas con alguien pero sigues en contacto y es muy probable que al poco tiempo vuelvan para seguir intentando que funcione y así un bucle de más o menos cien intentos. Mi último novio me enseñó el significado de terminar una relación y lo doloroso que es la ausencia de alguien que antes era prácticamente todo. Si me preguntan si lo he podido olvidar, la respuesta es que no. Esta presente en todas mis conversaciones, en mis buenos días de cada mañana, en mis buenas noches de cada noche, en la hora de almuerzo le cuento mentalmente la comida del día, esta en cada salud que doy cuando levanto una cerveza, su manera de mirarme esta en mi cabeza como la instantánea más preciosa que guardo en mi corazón, su sonrisa la veo reflejada aún en mi cuando sonrío y a veces algunos "te amo" pronuncian mis labios aunque sin voz. Me hace falta pero ya terminamos para siempre, la decisión esta tomada y por algo bueno debe ser. Aprenderé pronto a vivir sin él y sin tener que tenerlo presente en mi. Entonces, si alguien decide terminar una relación significa que ya no hay nada más de que hablar, no van a estar en contacto, es una decisión firme y definitiva, olviden las segundas oportunidades, olviden esas frases tontas que repiten amigos de amigos de amigos: "Si es para ti, volverá. / Dale tiempo, en un futuro pueden volver a estar juntos. / Los hombres extrañan cuando pasa mucho tiempo, tal vez en un año te busca de nuevo" son puras mentiras, no se quien comenzó la falsa idea de que "el tiempo" dice el valor de las cosas cuando "el tiempo" sólo te sirve para superar las mismas cosas. Si decidió terminar contigo es porque no quiere estar contigo, ni hoy, ni mañana, ni en un par de años, así que lo mejor que puedes hacer es desde el día 1 trabajar en olvidar y soltarlo de tu alma. La clave de todo es enfocarse en lo que realmente importa y mantenerse positivo. Si la persona que amas se va es para ya no volver y la verdad es que extrañar duele pero aún nadie se ha muerto por extrañar o por amor. Así que mantente positiva y intenta sonreír así duela, que se vaya quién se tenga que ir que no pasa nada.

Lo mejor que puedes hacer es tomar esta experiencia y aprender de ella, usarla para experiencias futuras y obtener cada vez un mejor resultado.

Todo pasa, todo mejora, todo se olvida.
Mantente positiva.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Sin ganas de intentar

(Escribo y no tengo muchas ganas de hacerlo pero dicen que es buena terapia. Luego de años releerme y reírme de lo patética que puedo llegar a ser.)

Solía ser una persona muy terca. Sí, demasiado. Siempre manejo muchas estratégicas para lograr el mismo objetivo y si es que al final nada de lo que he planteado logra funcionar, saco de mi cajón la carta "manotazos de ahogado" que me ha dado resultados en pocas ocasiones pero siempre hay que intentarlo todo antes de izar la bandera blanca y decir: "Me rindo vida, tu ganas". Normalmente cuando decido irme es porque ya jugué todas las cartas y no tengo absolutamente nada más por ejecutar y tampoco que perder. Así que me voy tranquila del ruedo y en paz conmigo, aceptando que mi contrincante esta vez fue más astuto que mis estrategias, dándole la mano y agradeciendo por el tiempo jugado y vuelvo a mi sendero sin mirar atrás con una sonrisa en los labios. Sin embargo, esta es la primera vez que me han quitado las ganas de intentar. Podría hacer muchas cosas pero sólo hice un par de movimientos que obviamente no dieron (ni darán) resultado y no sé si es porque el resultado estaba cantado desde el inicio o porque no lo hice con el ímpetu que me caracteriza.

Decidí irme del juego, aceptando que he perdido y sin intentar meterme por la ventana cuando me cierran la puerta como solía hacer. Todo estaría bien si me habrían quitado las ganas de jugar sólo en esta partida pero el principal problema es que siento que me han quitado las ganas de jugar todas las partidas, todos los juegos y en todos los modos. Es como si me hubieran robado la alegría y las ganas de vivir del alma y ahora sólo soy una persona que camina por caminar, sin motivaciones, sin mañanas, sin planes, sin estrategias. Viviendo un día a la vez de la mejor forma que se hacerlo en piloto automático.

Decidí irme del juego pero siendo mucho más incrédula y estando más a la defensiva que antes. He colocado mil escudos para que nadie pueda hacerme sentir de nuevo como una persona que no vale la pena y menos la alegría. Tengo aún cada una de sus palabras resonando en mi cabeza y en la mañanas cuando despierto esperando que todo lo vivido sea sólo un mal sueño, la angustia se apodera de mi cuerpo y ciertas ganas de hacer algo por cambiar mi suerte pero luego recuerdo que no tengo las fuerzas para hacerlo ni la motivación. Luego recuerdo que no hay nada dentro de mis posibilidades que pueda hacer para solucionar las cosas.

Decidí irme del juego pero ahora no creo en las palabras y siento que no volveré a creer. No creo en las personas con bonita sonrisa. No creo en los para siempre. No creo que todo tenga solución, antes pensaba que si, que con ganas y punche una roca puede convertirse en mariposa y solía pensar que las personas cuando aman perdonan. No creo en las segundas oportunidades. No creo en que el tiempo mejora las cosas. No creo en que si algo es para ti por obra y magia del destino caerá del cielo y llegará a ti. No creo en nada de lo que no pueda ver.

Me rindo mi vida, ganaste y te llevaste mis ganas de ganar.