domingo, 8 de noviembre de 2015

Complicándome los días: Parte 5 - Mi voz

"Hoy desperté con miedo nuevamente. Miedo, angustia, ansiedad y dolor profundo. Quisiera poder parar esas ganas de vomitar a las 4 a.m., dejar de mirar el teléfono y darme cuenta que aún quedan muchas horas más para poder dormir. Dejar de esperar que llegue un mensaje o una llamada que me regrese los pedazos de mi que deje en él.

Se van las ganas de vomitar, comienzo a sentir ganas de dormir nuevamente. Lo extraño, sí que lo hago y ahora los días parecen eternos. Antes cuando dejábamos de hablar no se me hacían tan largos los días, antes era mucho más fácil. Tal vez debería dejar de pensar todos los días “Hoy no” así seria mas fácil.

Hoy, sólo se que tengo un lado roto, un lado contento, un lado triste, un lado angustiado, un lado indiferente, un lado orgulloso y mi último lado sólo grita “Sí, te todo”."

***
Junio, 2015

Daniela había terminado con Nicolás hacía nueve meses y, la mayoría del tiempo, estaba bien. El problema eran las noches, cuando los ataques de pánico venían a despertarla, recordándole que todavía había un lado de ella que seguía roto. La atormentaba la idea de haber sido la que amó más, como si estuviera atrapada en una historia que hacía tiempo había perdido sentido.

Ahora tenía la mente puesta en su nuevo trabajo, donde hacía lo que más le apasionaba. Había conocido a muchas personas y, además, había empezado una especialización. Todo parecía ir en la dirección correcta… hasta que un día sonó su teléfono.

- Hola Nico, ¿cómo has estado? Hace tanto tiempo que no escuchaba tu voz.
- Dani, todo bien por aquí. Espero que tu también estés muy bien, no sé nada de ti desde que desactivaste todas tus redes sociales.
- Jajaja, ya no tengo a nadie que quiera ver allí. No tengo un nuevo post o tweet o foto para publicar. Sigo vacía.
- Espero que pronto regrese la dulce y risueña mujer de quién me enamore y desaparezca tu lado melodramático y depresivo. Pero bueno, tengo que contarte algo, por eso te llame.
- Sí, sí, cuéntame antes que comience con mis rollos "melodramáticos" y "depresivos". - Y yo espero que vuelvas a ser el tímido sujeto de ojos preciosos y misteriosos con ganas de dedicar canciones y enamorarse para siempre y dejes atrás al patán egocéntrico y vanidoso que sólo piensa en donde va a tomar el fin de semana, pensé.
- Hmmm, bueno... Conocí a alguien...
- Ya...
- La conocí de la nada, estuve parado en el lugar correcto. Nos miramos, sonreímos y fue amor a primera vista.
- Ya...
- Y hace unos días le pedí que sea mi novia...
- Ya... - Sentí un hoyo en la garganta, en el estomago, en el corazón...
- Me dijo que sí y quería que te enteres de esta noticia por mi y no stalkeando de la cuenta de Facebook de alguna de tus amigas.
- Ya...
(Silencio incómodo)
- Estoy manejando Nico, espero que seas inmensamente feliz, te lo juro que lo deseo. Hablamos otro día, cuídate mucho.

Daniela colgó la llamada, estaba temblando.

***

Desde que Daniela tenía más tiempo libre del que estaba acostumbrada, comenzó a asistir a los ensayos de la banda de Andrés, su primer buen amigo en la facultad, todos los martes y jueves a las 8 p.m. Aunque la música que tocaban no era de sus géneros favoritos, y a menudo era bastante ruidosa, encontraba consuelo en esas sesiones. Cuando la veían un poco triste, decidían tocar algunas de sus canciones favoritas y la dejaban ser la segunda voz. Ellos creían que, con la música, lograrían que volviera a sonreír. Un día tuvo tanta suerte que cantó una canción completa. Ese día, había llegado al garaje con los ojos hinchados y llorosos por lo mucho que extrañaba a su mejor amigo, Nicolás. Paula y Ximena, quienes siempre competían por quién tenía la mejor voz, solían ser las únicas candidatas para ser la voz femenina de la banda. Sin embargo, por votación unánime, si alguna mujer debía estar en la banda, esa sería ella. No entendía por qué, y aunque el tema de la banda no le importaba mucho, admitía que le divertía ver las caras de enojo de sus amigas. Después de todo, ellas eran sus mejores amigas y molestarles era uno de sus pasatiempos favoritos.

Todos los viernes sus amigos tocaban en un pequeño bar cerca de la avenida Arequipa y en una de esas tocadas, le ocurrió algo que realmente la sacó de su zona de confort. Era la quinta vez que asistía y no esperaba que sucediera nada fuera de lo común. Estaba sentada en la barra con su cerveza habitual, mientras escuchaba a Ximena quejarse una vez más del patán de Juan Diego. Ximena era tan bonita y divertida que no entendía por qué se aferraba tanto a la idea de que Juan Diego, quien la había engañado más veces de las que podía contar, era el amor de su vida.

Miraba su celular de vez en cuando, por si acaso recibía algún mensaje del tipo "¿qué planes para más tarde?" que la sacara del lugar. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Andrés tuvo la brillante idea de invitarla al escenario.

- Amigos, la siguiente canción tiene muchísimo significado para toda la banda. Últimamente, la hemos tocado más seguido y siempre con la voz de una de nuestras mejores amigas. Hoy quiero que todos conozcan este dúo. Por favor, Dani, ven aquí.

- ¡Estaba loco! ¿Cómo se le ocurría hacer semejante cosa? - Pensó Daniela 

Ella estaba acostumbrada a cantar con la banda en los ensayos, e incluso un par de veces le habían pedido formalmente hacer un dúo, pero siempre se había negado. No porque pensara que cantaba mal, sino porque le daba muchísima vergüenza. Andrés ya la había presentado, así que no tuvo más opción que subir al escenario. Se quitó los lentes para no ver a nadie, agradeciendo haber estado tan desganada como para no usar los de contacto. También dejó su chaqueta en la mesa; por suerte, llevaba puesto su vestido negro, ese que solía usar cuando quería pasar desapercibida, permitiendo que lo único visible fuera su tatuaje en el hombro izquierdo. Ese tatuaje, según ella, le quitaba la "cara de niña buena" que siempre decían que tenía.

- Hola, soy Daniela y desde ya les pido disculpas por la voz.

Entre risas comenzó a cantar. Mientras cantaba sintió nuevamente esa sensación de libertad, de que no importa la opinión de los demás, ni las consecuencias, ni el futuro, ni nada que generalmente le provocaba ansiedad. La canción pasó más rápido de lo que pensó y lo disfrutó muchísimo. Bajó del escenario con un sentimiento de gratitud por ese momento y una paz que hace tanto no sentía.

- Tenías un talento más escondido. Eres toda una caja de sorpresas, señorita - la voz de Renzo complementó perfecto todas las emociones que ella sentía en ese momento.
- ¡Holaaaa! - Daniela lo abrazó, y después de 10 segundos se dio cuenta lo que acababa de hacer y sintió tal vergüenza que se sonrojó.
- Si hubiera sabido que me recibirías con tanta felicidad, créeme que aparecía en tu casa al día siguiente de la última vez que te vi. 
- Lo siento, me excedí. Estoy con las emociones a flor de piel, créeme que pocas veces me sucede un impulso así. ¿Cómo has estado?
- Gracias por preguntarlo por primera vez, la tercera es la vencida, dicen. Bien, muy bien. Vine con unos amigos porque nos recomendaron esta banda. ¿Tú? ¿Cómo estas? ¿Por fin podré conocer a tu novio?
- Hmmm, bueno... ya no tengo novio pero juro que no era imaginario, sí existía.
- Jajaja, eso lo dije de broma. Pero lo que no es broma es que te asienta bien no tener novio.

Daniela sentía que estaba alucinando. Hace sólo unas horas se sentía fatal por la "buena nueva" de Nicolás y ahora se encontraba nuevamente con Renzo. Los sentimientos de culpa se habían desvanecido y lo único que quería esa noche era conocer al tipo despreocupado que aparecía cuando más lo necesitaba.

Domingo

Domingo. Tengo la televisión prendida en ISAT pero no le prestó ni un poco de atención. A mi lado tengo medio big crunch con las papas fritas tiradas por todos lados de la bolsa de papel y en la mesa una cerveza con sabor a "no juegues con nadie". Sí, siempre he pensado que todas las cervezas tienen sabor a algo y la de hoy, particularmente, está más amarga de lo que prefiero sin embargo es exactamente como debe sentirse al pasar por mi lengua. Amarga.

Su mirada irritante aparece en mi cabeza y revivo el momento en que la vi por el retrovisor mientras soltaba en tono burlón la frase "no juegues con nadie" y yo, como consecuencia, frené bruscamente después de oírla. No puede estar más loca, pensé.

¿Era posible que yo juegue con alguien a estas alturas del partido? Si es justamente lo que estoy intentando no hacer por más de 40 meses y por eso estoy donde estoy. Sola. Mi maldita sinceridad, mi estúpido sentido de culpa y el ver sólo a una persona en las fotos futuras de viajes y risas bobas.

Pero, ¿a quién puedo dañar? ¿A quién le puede doler si paso un domingo viendo películas recostada en alguien o sola abrazando mi rinoceronte azul de peluche? ¿A quién si quiera le puede molestar la simple idea de que amanezca en brazos de un sujeto que lo único que conoce de mi es que tengo un lunar en el cuello (que le encanta morder)? ¿A quién traicionaría si decido ir a un bar a conocer a alguien por una noche o tal vez decido decirle que sí a una relación para toda la vida? ¿Quién se despierta y desea que tenga un lindo día? ¿Quién vendrá cuando me sienta vacía y dirá: "Estoy aquí"? ¿Quién está enamorado de este desastre al punto de querer que yo sea sólo su chica?

No puedo seguir engañándome.