Se van las ganas de vomitar, comienzo a sentir ganas de dormir nuevamente. Lo extraño, sí que lo hago y ahora los días parecen eternos. Antes cuando dejábamos de hablar no se me hacían tan largos los días, antes era mucho más fácil. Tal vez debería dejar de pensar todos los días “Hoy no” así seria mas fácil.
Hoy, sólo se que tengo un lado roto, un lado contento, un lado triste, un lado angustiado, un lado indiferente, un lado orgulloso y mi último lado sólo grita “Sí, te todo”."
- Hola Nico, ¿cómo has estado? Hace tanto tiempo que no escuchaba tu voz.
- Dani, todo bien por aquí. Espero que tu también estés muy bien, no sé nada de ti desde que desactivaste todas tus redes sociales.
- Jajaja, ya no tengo a nadie que quiera ver allí. No tengo un nuevo post o tweet o foto para publicar. Sigo vacía.
- Espero que pronto regrese la dulce y risueña mujer de quién me enamore y desaparezca tu lado melodramático y depresivo. Pero bueno, tengo que contarte algo, por eso te llame.
- Sí, sí, cuéntame antes que comience con mis rollos "melodramáticos" y "depresivos". - Y yo espero que vuelvas a ser el tímido sujeto de ojos preciosos y misteriosos con ganas de dedicar canciones y enamorarse para siempre y dejes atrás al patán egocéntrico y vanidoso que sólo piensa en donde va a tomar el fin de semana, pensé.
- Hmmm, bueno... Conocí a alguien...
- Ya...
- La conocí de la nada, estuve parado en el lugar correcto. Nos miramos, sonreímos y fue amor a primera vista.
- Ya...
- Y hace unos días le pedí que sea mi novia...
- Ya... - Sentí un hoyo en la garganta, en el estomago, en el corazón...
- Me dijo que sí y quería que te enteres de esta noticia por mi y no stalkeando de la cuenta de Facebook de alguna de tus amigas.
- Ya...
(Silencio incómodo)
- Estoy manejando Nico, espero que seas inmensamente feliz, te lo juro que lo deseo. Hablamos otro día, cuídate mucho.
Daniela colgó la llamada, estaba temblando.
Desde que Daniela tenía más tiempo libre del que estaba acostumbrada, comenzó a asistir a los ensayos de la banda de Andrés, su primer buen amigo en la facultad, todos los martes y jueves a las 8 p.m. Aunque la música que tocaban no era de sus géneros favoritos, y a menudo era bastante ruidosa, encontraba consuelo en esas sesiones. Cuando la veían un poco triste, decidían tocar algunas de sus canciones favoritas y la dejaban ser la segunda voz. Ellos creían que, con la música, lograrían que volviera a sonreír. Un día tuvo tanta suerte que cantó una canción completa. Ese día, había llegado al garaje con los ojos hinchados y llorosos por lo mucho que extrañaba a su mejor amigo, Nicolás. Paula y Ximena, quienes siempre competían por quién tenía la mejor voz, solían ser las únicas candidatas para ser la voz femenina de la banda. Sin embargo, por votación unánime, si alguna mujer debía estar en la banda, esa sería ella. No entendía por qué, y aunque el tema de la banda no le importaba mucho, admitía que le divertía ver las caras de enojo de sus amigas. Después de todo, ellas eran sus mejores amigas y molestarles era uno de sus pasatiempos favoritos.
Todos los viernes sus amigos tocaban en un pequeño bar cerca de la avenida Arequipa y en una de esas tocadas, le ocurrió algo que realmente la sacó de su zona de confort. Era la quinta vez que asistía y no esperaba que sucediera nada fuera de lo común. Estaba sentada en la barra con su cerveza habitual, mientras escuchaba a Ximena quejarse una vez más del patán de Juan Diego. Ximena era tan bonita y divertida que no entendía por qué se aferraba tanto a la idea de que Juan Diego, quien la había engañado más veces de las que podía contar, era el amor de su vida.
Miraba su celular de vez en cuando, por si acaso recibía algún mensaje del tipo "¿qué planes para más tarde?" que la sacara del lugar. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Andrés tuvo la brillante idea de invitarla al escenario.
- Amigos, la siguiente canción tiene muchísimo significado para toda la banda. Últimamente, la hemos tocado más seguido y siempre con la voz de una de nuestras mejores amigas. Hoy quiero que todos conozcan este dúo. Por favor, Dani, ven aquí.
- ¡Estaba loco! ¿Cómo se le ocurría hacer semejante cosa? - Pensó Daniela
Ella estaba acostumbrada a cantar con la banda en los ensayos, e incluso un par de veces le habían pedido formalmente hacer un dúo, pero siempre se había negado. No porque pensara que cantaba mal, sino porque le daba muchísima vergüenza. Andrés ya la había presentado, así que no tuvo más opción que subir al escenario. Se quitó los lentes para no ver a nadie, agradeciendo haber estado tan desganada como para no usar los de contacto. También dejó su chaqueta en la mesa; por suerte, llevaba puesto su vestido negro, ese que solía usar cuando quería pasar desapercibida, permitiendo que lo único visible fuera su tatuaje en el hombro izquierdo. Ese tatuaje, según ella, le quitaba la "cara de niña buena" que siempre decían que tenía.
Entre risas comenzó a cantar. Mientras cantaba sintió nuevamente esa sensación de libertad, de que no importa la opinión de los demás, ni las consecuencias, ni el futuro, ni nada que generalmente le provocaba ansiedad. La canción pasó más rápido de lo que pensó y lo disfrutó muchísimo. Bajó del escenario con un sentimiento de gratitud por ese momento y una paz que hace tanto no sentía.