jueves, 24 de septiembre de 2015

Complicándome los días: Parte 4 - El principio del fin

"Hoy regrese a casa muy temprano de una fiesta. Prendí la televisión y vi el reloj, eran las 2 am. Recordé cuando salíamos a adueñarnos de una pista de baile o una mesa de un bar, muchas veces las dos cosas al mismo tiempo. Recordé el feeling con que volvía a casa. Sintiéndome culpablemente feliz, riendo mientras apoyaba mi cabeza en la almohada y recordaba como te besaba. Nos besábamos cada vez que se podía y también cuando no. 

Intente huir de ti, crear razones de porque sería un fracaso estar juntos para siempre. Ahora, pasan los días y es como si nada pasara. No quiero dar a entender que no hago nada, porque tampoco es que mi vida gire entorno a una relación. Sólo que desde que decidí jugar en otra partida ya no soy ni la décima parte de lo feliz que era contigo. Es extraño, yo tampoco lo entiendo. 

Sin embargo... Si regresáramos en el tiempo, volvería a hacer todo igual. "

***

Setiembre, 2014


Las cosas con Nicolás en lugar de mejorar, cada día empeoraba. El abismo que los separaba era demasiado grande como para poder construir un puente que los acerque y Daniela decidió dejar de mentirse y tomar decisiones para que ambos pudieran ser felices.

- Hola Nico, ¿cómo estás?
- Hola Dani. Bien, ¿tu cómo estás?
- Bien, también. Te llamaba porque me gustaría que nos veamos, creo que ya han pasado varios meses desde que dejamos las cosas en pausa y es momento de conversarlo.
- Sí, de acuerdo. ¿Te parece si voy a tu casa en la noche, luego del trabajo?
- Sí, perfecto. Nos vemos luego entonces.

Daniela no podía dejar de pensar que uno de los momentos más incómodos que existen es cuando estás próximo a terminar con una persona con la que solías compartir todo. De risas, complicidad, bromas, pasas a conversaciones huecas, frías, cortantes. Sin embargo, ella tenía claro que una relación no se trata de estabilidad, sino de felicidad, y a pesar de que intentó negarlo mil veces, hacía mucho que ninguno de los dos era completamente feliz. Sabía que estaba tomado la mejor decisión, pensando en ambos y lamentablemente le tocaba a ella ser quien ponga los puntos en las íes aunque su corazón se haga trizas. Perdió a su mejor amigo y tendría que aprender a vivir con esa pérdida.

Llegó la noche, y Nicolás llegó tal como habían quedado.

- Hola Nico, me gustaría que esta conversación sea rápida - dijo Daniela, con tono firme - han pasado varios meses desde que decidimos darnos un tiempo para pensar las cosas. De tu lado no he visto ninguna intención por solucionar lo que teníamos.
- Dani, ¿es en serio? ¿me estás tratando de echar la culpa? - interrumpió Nicolás con un tono defensivo.
- No, no estoy buscando culpables. No quise hacerte sentir así. Bueno, ninguno se los dos mostró una intención, ¿mejor?
- Sí, tu tampoco me buscaste. Me dijiste que estarías para mi, es verdad, pero tampoco me buscaste.
- Esta bien, Nico. Ninguno de los dos mostró intención por solucionar nuestra relación y yo no puedo estar más tiempo en la incertidumbre de si estoy con alguien o estoy soltera.
- Ah, ¿entonces esta conversación es para que puedas estar soltera? - agregó Nicolás mantenimiento el tono defensivo.
- No, Nico. Me sorprende un poco las respuestas que me estás dando. - dijo Daniela mientras sonrió sintiéndose frustrada porque no estaba fluyendo la conversación.
- Bueno, continúo, ya no quiero estar contigo Nicolás. Gracias por tantos años, pensé que este día nunca llegaría a nuestras vidas, me imaginé nuestros futuros de manera distinta pero la vida da giros inesperados.

Nicolás miraba a Daniela sin decir nada, el espacio se volvió muy incómodo. Ella tuvo una expectativa distinta de como sería terminar, esperaba poder quedar como amigos y que la situación sea un poco más cordial. Tal vez la firmeza de Daniela lo tomó por sorpresa pero luego de 5 minutos en silencio, Daniela se despidió y salió del auto donde estaban conversando.

***

Diciembre, 2014

Pasaron los meses, y Daniela recuperó a los amigos que había dejado de lado por las salidas que hacía sola a Juanelo, por los fines de semana en los que iba al departamento de Nicolás, y por las largas noches dedicadas a terminar su tesis para graduarse como psicóloga. Había olvidado lo geniales que eran las madrugadas escuchando a Andrés tocar la guitarra, las discusiones entre Ximena y Paula sobre quién cantaba mejor, la chaqueta de Ignacio que siempre usaba por el frío y el buen olor a cigarro, sus vasos de ron con un poco de Coca-Cola, la tranquilidad de la noche y la necedad de no dormir hasta ver el amanecer.

Daniela tiene veintitrés años y estaba soltera después de tantos años. Seis, para ser exactos, corrección, casi seis. No tenía novio con quien ir a las bodas de sus amigas, ni con quien disfrutar de los martes de 2x1 en el cine, o compartir el postre de la cena, y, peor aún, tampoco tenía un mejor amigo. Al principio, fue extraño que nadie la regañara cuando no avisaba que llegaba tarde a casa, o que nadie le dijera "buenas noches, mi bonita". Lo que más extrañaba era no tener su calendario lleno de tradiciones, y la que más le dolió eliminar fue "los miércoles de chistes monses". Pero poco a poco se fue acostumbrando a desearse buenas noches a sí misma y a despertar pensando que cada día debía valer la alegría, a pesar de que, en momentos, su cuerpo se llenara de tristeza.

Decidió que era momento de empezar de nuevo. Aceptó las invitaciones a cenar y salir en citas. Tal vez, con un poco de suerte, dejaría que alguien la enamorara. Sin embargo, a pesar de haber conocido a muy buenos sujetos, nadie llamaba completamente su atención. Pero no había prisa. Siguió estudiando y creciendo profesionalmente y como persona. Finalmente, había logrado desenvolverse en lo que siempre había buscado, y seguir logrando metas era lo único para lo que tenía prisa. Siendo sincera, deseaba estar sola, conocerse de nuevo, ser feliz consigo misma, mirarse al espejo y estar orgullosa de lo que se había convertido.

- ¿Soy la mujer que quería ser cuando era niña? - Se preguntaba mientras sonreía al espejo.

Complicándome los días: Parte 3 - Problemas

"Cada uno tiene un don, es nuestro regalo de cumpleaños número cero y nos hace únicos. Somos un mix de virtudes y defectos con un gran don. Puedo ponerme pesimista y decir que mi don es complicarme la vida. Habría podido decir que escribo bien pero no estoy segura si a alguien le gustaría leer lo que escribo, habría podido decir que tengo una habilidad con los instrumentos musicales pero no toco una canción desde hace más de 8 años, habría podido decir que soy ágil de aprendizaje pero eso sería un tanto soberbio de mi parte, no está bien visto tirarse flores uno mismo, habría podido decir cualquier cosa pero se me ocurrió ser pesimista, claramente tengo un don para eso.

Es porque justamente en estos momentos la estoy cagando y me siento celosa. No soporto la idea de que ahora compartas tu vida con otra persona mientras escucho la primera canción que me copiaste en mi reproductor. Lo ves, puedo ser cursi. Recuerdo la última vez que te besé. Fue doloroso. 

Si para algo soy extremadamente buena es para complicar las cosas. Me repito que ya no estoy para jugar a las escondidas, pero debo aceptar que aún siento el mismo morbo por las cosas prohibidas, por decidir cosas por las que luego sentiré culpa y me arrepentiré, felizmente que aún hay personas que quieren jugar conmigo pero el problema será cuando ya no quieran hacerlo. ¿Cómo te convenzo de volver a jugar?

Justo ahí, en medio del ruido del bar y mis pensamientos, lo vi. La conversación que estaba a punto de tener sólo complicaría más las cosas.”

***
Abril, 2011

- ¿Por qué aparece una chica "con novio" sola en un bar y le dice "hola" a un completo extraño? - dijo Renzo con una mirada picara.
- Que tenga novio no significa que no puedo salir sola. - Daniela trataba de mostrarse segura y ocultar los nervios que sentía por estar en esa situación.
- Vaya, señorita. ¡Me gusta!
- Sí... a mi también me gusto. - agregó Daniela, con un tono inocente.
- Vaya, vayaaaa. Resulta que además de bonita, modesta.
- ¿Siempre eres tan sarcástico? Seguro por eso no tienes amigos y estás aquí solo. - Daniela se sorprendió por lo que acababa de decir. No solía ser una persona directa, al contrario, trataba siempre de ser agradable. 

Renzo lanzó una sonrisa de complicidad que hizo sentir incómoda a Daniela. La sensación de que estaba haciendo algo prohibido estremeció su cuerpo y comenzó a cuestionarse si fue buena idea salir. Ella trató de ahogar esos pensamientos en cerveza y siguió bailando como si nada hubiera pasado. Renzo decidió hacer lo mismo, él notaba que la tensión que había entre ellos generaba incomodidad en Daniela y por alguna razón, que aún no conocía, lo último que él deseaba era que ella se vaya. 

Unas horas después, sonó el celular de Daniela.

- Bonita, ya estoy regresando a casa. Estuvo bravazo el reencuentro de promo. Tu, ¿ya estás en tu casa?
- No, amor. Sigo en el bar.
- ¿Quieres que te recoja?
- No estoy en Juanelo, vine a otro lugar que abrieron hace poquito. Ni idea como se llama.
- Ahhh, y, ¿a qué se debe ese cambio? Jaja. Bueno, no importa. ¿Quieres que vaya por ti a ese lugar misterioso?
- Jajaja, ¡sí, por favor! 

Daniela miró la hora y eran las 3:00 am. No entendía como pudo pasar el tiempo tan rápido si sólo estuvo bailando con una persona que acaba de conocer, sin decir cosa distinta a la frase "la siguiente la compro yo"; parecía que una botella de cerveza, un par de vasos y la libertad que sentían al bailar era lo único que los mantenía unidos. 

Ella buscó el nombre del bar y le envió la información a Nicolás. Se despidió lo más cordial que pudo del chico que acababa de conocer sin intercambiar teléfonos, ni nombres completos para buscarse en redes sociales. No era necesario volver a verse.

***
Julio, 2014

Cuando Daniela estaba por egresar de la universidad, la relación con Nicolás se había desgastado. Ya no veían el futuro de la misma forma. A pesar que ninguno se atrevía a decirlo, cada uno quería tomar un distinto rumbo y era momento de tomar decisiones. Decidieron alejarse un tiempo para aclarar sus sentimos y dedicarse ese tiempo a aprobar cursos pendientes y terminar la universidad. Para Daniela era muy complicado concentrarse en los trabajos finales y exámenes porque de sólo pensar que la relación se iba a terminar, le dolía por qué no sólo perdería a su enamorado si no también a su mejor amigo. Después de tantos años de relación, le parecía poco probable que pudieran mantener una amistad después de terminar y realmente amaba a Nicolás. Lo conocía desde siempre y era su lugar seguro. ¿Cómo podría vivir sin contarle su día, sin sus tradiciones, sin su sonrisa, sin los macarrones con queso que le preparaba cuando tenía hambre?.

Terminó el ciclo universitario y Nicolás decidió llamarla.
- Dani, ¿qué tal? ¿cómo te fue en la última semana de U? - se sentía un poco de tristeza en su voz.
- Bien, ha sido retador manejar los pendientes y bueno, tu sabes... sin ti.
- Sí, ha sido difícil para mi también.

Silencio incómodo, dos corazones tristes, confundidos, con ganas de muchas cosas y al mismo tiempo de ninguna. Con miedo e intentando cuidarse lo más que se pueda.

- ¿Quieres venir a casa? - dijo Dani, casi susurrando
- Prefiero que no nos veamos por ahora, tengo muchas dudas en la cabeza.
- Yo también, Nico, también tengo dudas pero te extraño. En fin, no insistiré.
- Gracias por entender. Dani, gracias de verdad. Por no presionar, por hacer esto un poco más fácil. - Daniela escuchaba mientras sentía el corazón hecho trizas, como siempre callaba lo que sentía para no incomodar, silenciaba sus gritos y escondía el dolor en el cuarto de siempre.
- Me alegra oír eso. Me llamas cuando te sienta mejor, estaré aquí para ti.

Daniela colgó el teléfono antes de que las lágrimas se asomaran, y el adiós sea tan difícil que no pueda contener la situación. Las dudas aparecieron y la tristeza quedó flotando en el aire, pesada, como una promesa rota. Quiso distraerse de esos pensamientos, así que, en un intento por dejar atrás el dolor, decidió alistarse para ir a la fiesta de fin de finales aunque no tenga ánimos para celebrar. Generalmente, ella no disfrutaba ese tipo de eventos ya que no se llevaba bien con sus demás compañeros de carrera y sólo tenía un par de buenos amigos, Andrés y Ximena, que por alguna extraña razón tampoco le gustan esas festividades. Tenían un pequeño grupo en el que creían que todos eran idiotas. Sin embargo, esa noche era necesario salir de casa para despejarse y dejar de pensar. 

Se puso un jean y un polo, nada muy rebuscado, y pidió un taxi mientras se maquillaba un poco. Llegó a la fiesta y vio a Ximena, muy guapa y coqueta con un vestido morado de flores. Ni bien la vio, ella corrió a abrazarla mientras gritaba que por fin había llegado alguien interesante a ese evento. Daniela sólo sonrió, ocultando como se sentía, e intentó adaptar su estado de ánimo al ambiente de la discoteca. 

Mientras bailaba con Ximena, giró hacía la barra y le pareció ver a alguien conocido. Se acercó un poco para ver mejor y recordó quien era. Renzo estaba ahí y verlo le hizo recordar lo que sintió con él esa noche. Esa mezcla de libertad y culpa, ese mix que la hizo sentir incómoda pero al mismo tiempo diferente. 

Él estaba tomando una cerveza mientras conversaba con el barman, y por un instante, el ruido del bar se desvaneció. Apareció el deseo de acercarse a saludarlo pero antes de que Daniela diera un paso, vio a una chica correr hacía él y saltar encima de su cuello. Pensó que seguramente era su novia y la última cosa que ella quería era complicarse el día más.

La fiesta transcurrió sin novedades, por lo que decidió irse temprano para llegar a Miraflores antes de que cerraran Juanelo. Mientras subía las escaleras, el recuerdo de Nicolás apareció como un fantasma pero no permitiría que ese pensamiento la atrapara. 

- Esta noche es para mí - se dijo, tratando de animarse. Aunque la nostalgia siempre encuentre la manera de colarse entre las luces del lugar.

- ¡Hola preciosa! Tanto tiempo sin verte, ¿te vas tan temprano? - la sorprendió la voz de Renzo.
- Ah, hola. Ando un poco aburrida - respondió, intentando ocultar la sorpresa de verlo.
- Que falta de confianza, yo puedo ayudarte a divertirte. Claro, sólo si quieres.
- Te repito lo mismo que hace años: Tengo novio. - dijo, pero su voz tembló ligeramente. La seguridad que intentaba proyectar se desvanecía cuando se sumergía en la mirada de Renzo.
- ¿Qué haces nuevamente sola, sin tu novio? Empiezo a creer que ese novio tuyo es imaginario - Dijo Renzo, riendo.
- No tengo porque darte explicaciones. ¿Puedes darme permiso? - con una mezcla de irritación y algo más.
- Vaya, vayaaaa. Entonces al bonita y a lo modesta, le tengo que agregar que tienes un carácter que podría volverme loco. Renzo se acercó a Daniela y ella comenzó a sentir su corazón latir.

La cara de desconcierto de Daniela era imposible de disimular. La confusión la envolvía. El primer impulso que tuvo al verlo fue acercarse a Renzo y una parte de ella sólo se resistía porque cuestionaba si esa conexión era un acto de traición hacia Nicolás

- Bueno, ¿me das permiso? Mi taxi ya está esperando a fuera. 
- ¿Dónde vas? - preguntó él, de manera encantadora.
- No es asunto tuyo.- respondió, con un tono cortante. Sin embargo, su mirada no estaba en consonancia con el tono de sus palabras.
- Vamos, ¿dónde vas? - Renzo se acercó aún más, haciéndola sentir incómoda en las estrechas escaleras y al mismo tiempo ella sentía a su corazón latir con más fuerza. De pronto, se asomó la idea de que le gustaría que se acerqué un poco más y eso la aterrorizo.
Voy a Miraflores pero.. prefiero ir sola. - Sentía miedo de como podría terminar esa noche si se iban juntos a otro lugar.

Renzo sonrió, pero ella tenía una postura que proyectaba que no iba a ceder.

- Ya tuve suficiente por hoy. De verdad que no estoy en un buen momento - el tono cortante se volvió triste.

- Tal vez puedas enseñarme tu bar favorito y contarme por qué te gusta tanto - La actitud de Renzo también cambió. Se alejó de ella, sus ojos irradiaban preocupación e interés genuino. 

Daniela dejó de sentir que era un desafío para él. El cambio de actitud la sorprendió. Seguía sintiendo deseos divididos. Quería rechazarlo pero también anhelaba escapar de la realidad que la asfixiaba, preguntándose si él podría ofrecerle ese alivio que tanto necesitaba. 

Finalmente, cedió.

- Está bien, vamos - dijo, tratando de mantener la voz firme, aunque su corazón latía más rápido de lo que le gustaría admitir.

No dijeron ninguna palabra hasta que llegaron al bar. Compraron un par de cervezas mientras charlaban de temas superfluos. Cuando Daniela le dijo que debía irse, Renzo se ofreció a llevarla. Ella pensó que era inapropiado sin embargo eran pasadas las 5 am y no se sentía bien. Había sido una noche larga en que tomó más de la cuenta y sin darse cuenta, también se divirtió más de lo esperado. Llegaron a su casa, los dos se bajaron del taxi y Renzo le pidió su número.

- ¿Será posible vernos alguna vez en un lugar que no sea un bar?
- No te daré mi número. No confundas las cosas. Sólo somos dos extraños que comparten una cerveza en un bar. Ah, y ahora un par de taxis. - respondió, sintiendo que, a pesar de sus palabras, una parte de ella también quería más.

Daniela se despidió y entró a su casa dejando atrás el bar y a Renzo. Mientras se preparaba para dormir, los pensamientos de Nicolás volvieron a su mente. Sin embargo, la sensación de libertad que había experimentado con Renzo iluminaba su mente, desafiaba la tristeza y abría un camino con nuevas posibilidades.

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sábado, 12 de septiembre de 2015

¿Quieres un consejo?

Acomoda tu corona y sonríe.

A veces las cosas no son como te gustarían o como eran antes te gustaban más pero se complicaron y ahora lo que te hacía feliz, te hace enojar o llorar o gritar o volverte una versión de ti que no es la que pensabas que eras. Acomoda tu corona y sonríe, que el mundo seguirá girando quieras o no.