sábado, 18 de julio de 2015

Bien

Salí de trabajar y maneje lo más rápido posible hacía su departamento. Habíamos pedido la cena por delivery para celebrar una semana de éxitos. Era martes y desde hace varios meses cualquier excusa era perfecta para abrir una botella de vino, luego decir que no podía manejar con más de una copa en la sangre y, por consecuencia, quedarme a dormir. Cuando llegue, subir los 8 pisos por el ascensor se me hicieron los 49 segundos más largos del día, sólo quería llegar y lanzarme encima. Me sentía feliz y buscaba compartir esa felicidad. Abrí la puerta y estaba el jugando Guitar Hero 3 acompañado de una cerveza y una bolsa de cheetos. La idea de que habían muchas probabilidad de que sea el único chico que jugaba ese juego y encima le gustaba, me encantaba; era mi chico y no podía ser más perfecto. Espere que termine la canción y me tire en el sofá, nos besamos lo que dura otra canción del juego y lo primero que dije al parar fue "yo quiero ser la guitarra". Estuvimos jugando hasta que llego nuestra cena, caminé hacía la cocina, abrí la primera botella que encontré y derrochando felicidad le dije "salud porque somos el equipo perfecto".  

Y sí que lo éramos. Tal vez no congeniábamos en todo pero buscábamos lo mismo y eso para mi era mucho mejor a que sea el bailarín de la noche o cuente los mejores chistes. Esas características siempre se las he dejado para mis amigos, no para ÉL. 

Y sí, tal vez el es ÉL.

Gracias por dejarme

El día que me dejó, sin protocolos, sin explicaciones, sin mirarme a los ojos, sin dejarme escuchar su voz diciendo "Cuídate, sé feliz. Lo que busco, no lo encontraré contigo al lado.", las buenas noticias de la semana perdieron importancia. Caminé hacía el parque donde siempre iba cuando peleábamos y necesitaba estar sola. Me senté en la banca más apartada y casi oculta por la sombra de un árbol mientras buscaba en el teléfono algún número que al contestar me diga que todo estaría bien y saldría de esta como antes lo había hecho. Nadie contestaba, seguramente porque eran las 11 de la mañana y todos se encuentran trabajando a esa hora o aparentando trabajar. Me sentía desesperada cuando de pronto entró su llamada. No la esperaba. Sólo me llama los fines de semana a menos que tenga ganas de salir a celebrar que es lunes o martes. Conteste y pregunté, sin saludar, si estaba ocupada ya que necesitaba una llamada mucho más larga de las que teníamos a menudo. No esperé que responda y comencé a contarle lo que acababa de pasar, a pesar que aún me parecía que estaba alucinando o me encontraba dentro de una pesadilla. Estábamos bien, teníamos algunos problemas y a veces yo era quién agrandaba los problemas - Rayos, ¿por qué tendré un genio tan de mierda? -pero estaba cambiando, lo intentaba dia a día con todo mi ser para que funcione. Deseaba tanto que seamos felices juntos de nuevo que no esperaba la sarta de tonterías que me dijo por Whatsapp, no entendía porque me colgaba el teléfono, porque me eliminaba de su vida así por así. Terminé de contar mi indignación con algunas lágrimas en el rostro y sólo dijo: "Te está haciendo un favor".

- ¿Me está haciendo un favor? Hace un par de días me dieron la mejor noticia del año y en pocos días tendré dos eventos muy importantes y tu sólo me dices que me hace un favor. ¿Qué tipo de favor es este? Hacerme sentir una mierda, arruinar mi felicidad, dejarme justo ahora que es la única persona con quién en realidad quiero ir a tomar un trago y brindar por los éxitos. ¿Por qué? porque soy tan mierda que no merezco ser completamente feliz. No lo entiendo, ¿Un after office para olvidar todo esto?
- Nos vemos más tarde, sabes que siempre estaré cuando quieras despejarte o tomar. Más para tomar que para despejarte, haces mucho drama chola (risas).

Regrese a mi cubículo con sus palabras dando vueltas en mi cabeza, no entendía. No, este no podía ser un favor, era una especie de venganza por el odio infinito que siente él hacía mi y al verme sonriendo de nuevo, siendo feliz sin fingir debía arruinarme por algún lado. ¿Tanto odio? Sí, de seguro me lo merecía por ser como soy y él y su infinita obsesión hacía mi lo hacía seguir a mi lado, por capricho y no por amor.

***

Han pasado varias lunas desde ese día, hasta he perdido la cuenta y la razón de porqué comencé a contar. Sin embargo, lo que sí estoy completamente segura y puedo decirte ahora es: ¡Gracias! Gracias por dejarme, gracias por desatar el enfermizo nudo que nos mantuvo unidos por tantos años. Gracias por hacerme abrir los ojos y darme cuenta que no eres la persona con quién quiero compartir mi vida. Gracias por demostrarme que no me amas. Gracias por hacerme recuperar mis amigos, mi sonrisa, mis ganas de seguir luchando y bailar hasta que se parta en dos el mundo. Gracias por hacer que me de cuenta que me convertí en una versión de mi que no quiero ser. Gracias por obligarme a olvidar un futuro juntos, a tirar por la ventana nuestros sueños y planes. Gracias por ayudarme a ser más fuerte. Gracias por hacerme entender que debo valorarme más y estar con alguien que me valore igual. Gracias por sacar tus garras y demostrar  que estaba malgastando el tiempo contigo. Gracias a ti, hoy me siento feliz y tranquila conmigo, y puedo decirte que me hiciste un favor al dejarme ir.