viernes, 27 de marzo de 2015

Un manual de cambios

Desearía que algunas cosas no hubieran cambiado. Por ejemplo, que mi vecina deje de hacer marcianos de maracuyá o que el señor de la panadería decida olvidarse la receta del pan karioka o quedarme sin 40 centímetros de cabello o que mi línea favorita de buses cambie su ruta y ahora deba utilizar varios buses para ir al mismo destino o que me cambien al profesor en el último ciclo de la universidad cuando lo único que quería es que se acabe ya y no me jodan más o que el chef de mi restaurante favorito renuncie y abra su propio negocio a más de 12 kilómetros de casa o que ya no seamos un pack, donde tu eres la hamburguesa y yo las papas fritas, o que mi bar favorito elimine la promoción de 2 cervezas por 10 soles. 

Quizás debería comenzar a entender lo fugaces que son los momentos para disfrutar al máximo el día a día y comer un sándwich de pollo deshilachado como si fuera el último que comeré, sin importar si engorda o no. Debo comprender que muchas de las cosas que hoy están, es probable que mañana ya no. Mañana sólo me quedará la nostalgia de lo que fue, pondré mi típica cara de tonta que dice sin palabras lo triste que me siento y tal vez, sólo en algunos casos, una lágrima se asomará a alguno de mis ojos y diré: "que bonito era todo antes", sin importar si poco antes me haya burlado de mi poca suerte de conseguir bonitos momentos.

No debimos crecer. Deberíamos seguir jugando play en mi mueble por horas y horas, cuando lo único importante era pasar el siguiente nivel y subir el volumen al máximo para dejarnos llevar por el feeling del juego. Deberíamos seguir con todas nuestras tradiciones, como la de almorzar arroz chaufa todos los sábados saliendo de la universidad, yo de pollo y tu de chancho, o de dormir juntos los viernes mientras intentamos acabar por enésima vez esa película que nos hace reír los primeros 15 minutos, de que te tarde 2 horas llegar a mi casa y quieras perder esas horas de tu día con tal de verme, de que quieras verme sonreír día y noche, de que quieras verme, sólo verme. Debí poder quedarme en ese trabajo y no haber tenido 6 distintos, debió mi hermana dejar de crecer hace mucho tiempo y seguir siendo una niña que sólo me llenaba de abrazos y dulces con la poca propina que recibía. Debería seguir siendo amiga de la chica con quien compartía carpeta todos los días en el colegio y seguir comiendo un Bebe de chicha como solía hacer. Debería seguir teniendo tardes en que toques la guitarra mientras yo canto o me quede dormida mientras te escucho cantar. Deberían volver los cigarros en el parque de la vuelta, combinado con risas y chismes. Debería volver a salir a bailar, volver a hacerlo encima de una mesa o en el piso del pasillo de paredes negras. Debería volver a sentir que no tengo la obligación de besarte cuando estamos juntos si no que quiero hacerlo. 

¿Debería dejar de decir cosas que "debería"?

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