sábado, 19 de diciembre de 2015

Lo que pudo pero no fue.

Me estoy haciendo la dormida, no debo moverme. No sé como respirar, ¿cómo se respira mientras duermes? Debo ser la peor fingiendo pero es totalmente necesario no aparentar que ya desperté. Nunca había sentido antes que alguien me miraba mientras dormía, me acaricia el cabello con tanta ternura que lo único que quiero es abrir los ojos y darle un beso. Ahora entiendo que no mentía cuando dijo que no podía dormir mucho cuando me quedaba en su departamento porque prefería contemplarme. Debe estar realmente enamorado de mi. Debe ser real lo que dijo a Ximena el día que ella nos presentó.


"Esa mujer me encanta"

Le encanto y que bien se siente. Intento no moverme. Sinceramente, ha tenido muchísimas oportunidades para sobrepasarse conmigo sin embargo hasta ahora no lo ha hecho, no lo hace. Desde el día que lo conocí, he sido totalmente transparente con el. Nunca había sido totalmente sincera, siempre me guardaba mis trapitos sucios. Pero con el ni si quiera tengo trapos sucios, no quiero tenerlos. De pronto, se me acerca al oído y me dice "me encantas".  Me encantas igual.

Mi espera

He aprendido que algunas cosas no las vas a conseguir luchando más o metiéndote por la ventana después que te cerraron la puerta en la cara. A veces, sólo debes esperar y dejar las cosas fluir. ¿Por qué? Porque no todo depende de ti y tus buenas intenciones. Seamos sinceros y dejemos de lado los clichés que sostienen que "el que la sigue, la consigue" o "todo depende y está en ti" o "blablabla" (¿qué dijo?). Algunas cosas no suceden por que no. Así de simple.

Este año he estado buscando algo de forma desesperada. Sí, lo hacía con desesperación. Todos mis esfuerzos estaban alineados al mismo objetivo, con eso suponía que lo lograría. Tenía todas las estrategias posibles. "Si me cierran la ventana, ¡aún puedo trepar la pared, llegar al techo y hacer un hueco!" Tenía la esperanza y convicción que lo iba a conseguir. (Yo siempre consigo lo que quiero, ¿aún no se han dado cuenta?). Llegue a exagerar al punto de contar que me atormento poniendo la misma canción todos los días al despertar con la "amenaza" de no escuchar otra canción hasta lograr lo que busco (a veces me incentivo de formas raras. NO SOY RARA). Lo peor es que con eso atormento a los demás que también escuchan esa canción ya que la pongo a las 6:15 am y en altavoz. No, no es mi alarma. La rutina va así: Despertar, apagar la alarma, revisar Facebook, lanzarme de mi cama, entrar a Youtube, buscar la canción, darle "play" y comenzar a alistarme para el trabajo. Bueno, a veces cambia el orden de las cosas pero siempre de fondo tengo la misma canción y es aburridísimo escuchar lo mismo una y otra vez por días y días sin saber cuando acabará.

Otra cosa que me he dado cuenta es que por estar tan afanada en encontrar lo que busco, no le he dado la importancia y alegría necesaria a las otras cosas buenas que han pasado, que agradezco hayan sido muchas. Claro, varias de ellas han sido consecuencia de mis acciones en busca del "tesoro" pero como no han sido el "tesoro" he sentido menos felicidad al verlas surgir. De todos modos, hoy quiero hacer un antes y después. Por eso he decidido que dejaré de luchar por lo que busco, quien sabe que tal vez caiga por su propio peso como los demás logros del año o tal vez, en realidad, no lo necesito tanto como pienso.

¿Qué les puedo decir? De verdad, ya le cogí gustito a la espera.


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Complicándome los días: Parte 6 - Conexión

"Lo que más me gusta de este corazón que me tocó es que, a pesar de todos mis fracasos, sigue creyendo en el amor. En ese amor que veía de niña en las telenovelas mexicanas con la nana que me cuidaba, o en las comedias románticas donde, después de una gran crisis, el personaje que falló se daba cuenta de que no podía perder a la otra persona y hacía lo que fuera por recuperarla. En ese amor que no existe en la vida real, pero que tantos buscamos con esperanza y, hasta cierto punto, con un poco de obsesión.

Había días en los que, sin darme cuenta, pasaba horas mirando por la ventana, esperando verte aparecer en mi acera. Imaginando que habías venido esta noche porque, cuando uno se da cuenta de que quiere pasar el resto de su vida con alguien, desea que el resto de su vida empiece lo antes posible.

Había días en los que te buscaba en todas partes. En los ojos de otros, en los olores de la calle, en los chistes de personas que ni conocía. Buscaba en cada rincón algo de ti, algo a lo que pudiera aferrarme."

***

- Es extraño, pero de verdad me alegra verte. Después de tanto tiempo… hasta me parece gracioso - dijo Daniela con sinceridad. Era genuina su alegría de tenerlo frente a ella, aunque en el fondo también le inquietaba lo fácil que era sentirse así con él.
- No hubiera sido tanto tiempo si me hubieras dado tu número la última vez que coincidimos - respondió Renzo con una sonrisa pícara.
- Creo que fue una buena decisión. Prefiero que conozcas esta versión a la que solía ser… - murmuró Daniela, sintiendo una punzada de vergüenza al recordar algunas cosas del pasado.
- A mí ya me gustaba la versión anterior… y espero que me permitas conocer a esta nueva - dijo Renzo, con una firmeza que ella nunca le había visto antes.
- De acuerdo.
- ¿Qué? ¿Así sin más? ¿Sin poner resistencia?
- Así sin más - dijo, riendo al final de la frase, como si con esa risa intentara disipar el cosquilleo que sentía en el pecho.

Se quedaron conversando hasta que les pidieron que dejaran el bar. Entre anécdotas, risas y confesiones, fueron quitándose capas invisibles, mostrando partes de sí mismos que rara vez compartían con los demás. Daniela le contó que había aprendido a vivir con el corazón roto, que se había acostumbrado a amar y disfrutar la vida con cada una de sus piezas dispersas. Renzo, por su parte, admitió que su postura segura y encantadora era sólo una coraza; había descubierto hace poco que al protegerse del dolor, también se estaba cerrando a cualquier otra emoción. Y eso… eso explicaba por qué algunas cosas aún no se le daban.

La conexión entre ellos siempre había estado ahí, pero esa noche fue la primera vez que ambos la vieron con claridad. Desde entonces, se encontraron cada vez que pudieron. Y cuando no podían verse, se buscaban en videollamadas, en mensajes de voz, en pequeños detalles compartidos del día a día. Se entendían sin esfuerzo, como si hablar con el otro fuera la cosa más natural del mundo. Había chispas entre ellos, de esas que encienden incendios, pero Daniela se obligaba a apagar ciertos pensamientos antes de que tomaran forma. Aunque… por más que intentara ignorarlos, ahí estaban.

- ¿Y si es él? - pensaba mientras lo escuchaba - ¿y si es la persona con quien viviré mi historia sacada de una película gringa de amor? Porque, admitámoslo, nuestro principio es digno de comedia romántica. Vamos bien… ¿o no? ¿Y si no funciona otra vez? ¿Y si termino con el corazón hecho trizas otra vez? Hablo como si hubiera tenido muchas rupturas, pero la única que tuve fue tan brutal que no sé si quiero volver a pasar por algo así. ¿Para qué arriesgarme? Podríamos ser amigos, una amistad bonita, segura, sin fecha de caducidad. ¿Y si funciona…? 

Daniela era esclava de sus pensamientos. Cuando se trataba de sobrepensar, no existía un botón de emergencia que pudiera salvarla y sacarla de ese bucle mental.

- ¿Estás aquí? - preguntó Renzo, entre curioso y divertido.
- Sí, sí estoy aquí - dijo ella rápidamente - sólo que a veces me distraigo muy rápido, pero claro que estoy aquí.

Renzo la miró como si pudiera leerle la mente.

- No tengas miedo.
- No tengo miedo - mintió.
- Es más fácil si me dices lo que realmente sientes.

Y ahí estaba otra vez: la posibilidad de soltar el miedo, de arriesgarse… o de salir corriendo antes de que fuera demasiado tarde.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Complicándome los días: Parte 5 - Mi voz

"Hoy desperté con miedo nuevamente. Miedo, angustia, ansiedad y dolor profundo. Quisiera poder parar esas ganas de vomitar a las 4 a.m., dejar de mirar el teléfono y darme cuenta que aún quedan muchas horas más para poder dormir. Dejar de esperar que llegue un mensaje o una llamada que me regrese los pedazos de mi que deje en él.

Se van las ganas de vomitar, comienzo a sentir ganas de dormir nuevamente. Lo extraño, sí que lo hago y ahora los días parecen eternos. Antes cuando dejábamos de hablar no se me hacían tan largos los días, antes era mucho más fácil. Tal vez debería dejar de pensar todos los días “Hoy no” así seria mas fácil.

Hoy, sólo se que tengo un lado roto, un lado contento, un lado triste, un lado angustiado, un lado indiferente, un lado orgulloso y mi último lado sólo grita “Sí, te todo”."

***
Junio, 2015

Daniela había terminado con Nicolás hacía nueve meses y, la mayoría del tiempo, estaba bien. El problema eran las noches, cuando los ataques de pánico venían a despertarla, recordándole que todavía había un lado de ella que seguía roto. La atormentaba la idea de haber sido la que amó más, como si estuviera atrapada en una historia que hacía tiempo había perdido sentido.

Ahora tenía la mente puesta en su nuevo trabajo, donde hacía lo que más le apasionaba. Había conocido a muchas personas y, además, había empezado una especialización. Todo parecía ir en la dirección correcta… hasta que un día sonó su teléfono.

- Hola Nico, ¿cómo has estado? Hace tanto tiempo que no escuchaba tu voz.
- Dani, todo bien por aquí. Espero que tu también estés muy bien, no sé nada de ti desde que desactivaste todas tus redes sociales.
- Jajaja, ya no tengo a nadie que quiera ver allí. No tengo un nuevo post o tweet o foto para publicar. Sigo vacía.
- Espero que pronto regrese la dulce y risueña mujer de quién me enamore y desaparezca tu lado melodramático y depresivo. Pero bueno, tengo que contarte algo, por eso te llame.
- Sí, sí, cuéntame antes que comience con mis rollos "melodramáticos" y "depresivos". - Y yo espero que vuelvas a ser el tímido sujeto de ojos preciosos y misteriosos con ganas de dedicar canciones y enamorarse para siempre y dejes atrás al patán egocéntrico y vanidoso que sólo piensa en donde va a tomar el fin de semana, pensé.
- Hmmm, bueno... Conocí a alguien...
- Ya...
- La conocí de la nada, estuve parado en el lugar correcto. Nos miramos, sonreímos y fue amor a primera vista.
- Ya...
- Y hace unos días le pedí que sea mi novia...
- Ya... - Sentí un hoyo en la garganta, en el estomago, en el corazón...
- Me dijo que sí y quería que te enteres de esta noticia por mi y no stalkeando de la cuenta de Facebook de alguna de tus amigas.
- Ya...
(Silencio incómodo)
- Estoy manejando Nico, espero que seas inmensamente feliz, te lo juro que lo deseo. Hablamos otro día, cuídate mucho.

Daniela colgó la llamada, estaba temblando.

***

Desde que Daniela tenía más tiempo libre del que estaba acostumbrada, comenzó a asistir a los ensayos de la banda de Andrés, su primer buen amigo en la facultad, todos los martes y jueves a las 8 p.m. Aunque la música que tocaban no era de sus géneros favoritos, y a menudo era bastante ruidosa, encontraba consuelo en esas sesiones. Cuando la veían un poco triste, decidían tocar algunas de sus canciones favoritas y la dejaban ser la segunda voz. Ellos creían que, con la música, lograrían que volviera a sonreír. Un día tuvo tanta suerte que cantó una canción completa. Ese día, había llegado al garaje con los ojos hinchados y llorosos por lo mucho que extrañaba a su mejor amigo, Nicolás. Paula y Ximena, quienes siempre competían por quién tenía la mejor voz, solían ser las únicas candidatas para ser la voz femenina de la banda. Sin embargo, por votación unánime, si alguna mujer debía estar en la banda, esa sería ella. No entendía por qué, y aunque el tema de la banda no le importaba mucho, admitía que le divertía ver las caras de enojo de sus amigas. Después de todo, ellas eran sus mejores amigas y molestarles era uno de sus pasatiempos favoritos.

Todos los viernes sus amigos tocaban en un pequeño bar cerca de la avenida Arequipa y en una de esas tocadas, le ocurrió algo que realmente la sacó de su zona de confort. Era la quinta vez que asistía y no esperaba que sucediera nada fuera de lo común. Estaba sentada en la barra con su cerveza habitual, mientras escuchaba a Ximena quejarse una vez más del patán de Juan Diego. Ximena era tan bonita y divertida que no entendía por qué se aferraba tanto a la idea de que Juan Diego, quien la había engañado más veces de las que podía contar, era el amor de su vida.

Miraba su celular de vez en cuando, por si acaso recibía algún mensaje del tipo "¿qué planes para más tarde?" que la sacara del lugar. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Andrés tuvo la brillante idea de invitarla al escenario.

- Amigos, la siguiente canción tiene muchísimo significado para toda la banda. Últimamente, la hemos tocado más seguido y siempre con la voz de una de nuestras mejores amigas. Hoy quiero que todos conozcan este dúo. Por favor, Dani, ven aquí.

- ¡Estaba loco! ¿Cómo se le ocurría hacer semejante cosa? - Pensó Daniela 

Ella estaba acostumbrada a cantar con la banda en los ensayos, e incluso un par de veces le habían pedido formalmente hacer un dúo, pero siempre se había negado. No porque pensara que cantaba mal, sino porque le daba muchísima vergüenza. Andrés ya la había presentado, así que no tuvo más opción que subir al escenario. Se quitó los lentes para no ver a nadie, agradeciendo haber estado tan desganada como para no usar los de contacto. También dejó su chaqueta en la mesa; por suerte, llevaba puesto su vestido negro, ese que solía usar cuando quería pasar desapercibida, permitiendo que lo único visible fuera su tatuaje en el hombro izquierdo. Ese tatuaje, según ella, le quitaba la "cara de niña buena" que siempre decían que tenía.

- Hola, soy Daniela y desde ya les pido disculpas por la voz.

Entre risas comenzó a cantar. Mientras cantaba sintió nuevamente esa sensación de libertad, de que no importa la opinión de los demás, ni las consecuencias, ni el futuro, ni nada que generalmente le provocaba ansiedad. La canción pasó más rápido de lo que pensó y lo disfrutó muchísimo. Bajó del escenario con un sentimiento de gratitud por ese momento y una paz que hace tanto no sentía.

- Tenías un talento más escondido. Eres toda una caja de sorpresas, señorita - la voz de Renzo complementó perfecto todas las emociones que ella sentía en ese momento.
- ¡Holaaaa! - Daniela lo abrazó, y después de 10 segundos se dio cuenta lo que acababa de hacer y sintió tal vergüenza que se sonrojó.
- Si hubiera sabido que me recibirías con tanta felicidad, créeme que aparecía en tu casa al día siguiente de la última vez que te vi. 
- Lo siento, me excedí. Estoy con las emociones a flor de piel, créeme que pocas veces me sucede un impulso así. ¿Cómo has estado?
- Gracias por preguntarlo por primera vez, la tercera es la vencida, dicen. Bien, muy bien. Vine con unos amigos porque nos recomendaron esta banda. ¿Tú? ¿Cómo estas? ¿Por fin podré conocer a tu novio?
- Hmmm, bueno... ya no tengo novio pero juro que no era imaginario, sí existía.
- Jajaja, eso lo dije de broma. Pero lo que no es broma es que te asienta bien no tener novio.

Daniela sentía que estaba alucinando. Hace sólo unas horas se sentía fatal por la "buena nueva" de Nicolás y ahora se encontraba nuevamente con Renzo. Los sentimientos de culpa se habían desvanecido y lo único que quería esa noche era conocer al tipo despreocupado que aparecía cuando más lo necesitaba.

Domingo

Domingo. Tengo la televisión prendida en ISAT pero no le prestó ni un poco de atención. A mi lado tengo medio big crunch con las papas fritas tiradas por todos lados de la bolsa de papel y en la mesa una cerveza con sabor a "no juegues con nadie". Sí, siempre he pensado que todas las cervezas tienen sabor a algo y la de hoy, particularmente, está más amarga de lo que prefiero sin embargo es exactamente como debe sentirse al pasar por mi lengua. Amarga.

Su mirada irritante aparece en mi cabeza y revivo el momento en que la vi por el retrovisor mientras soltaba en tono burlón la frase "no juegues con nadie" y yo, como consecuencia, frené bruscamente después de oírla. No puede estar más loca, pensé.

¿Era posible que yo juegue con alguien a estas alturas del partido? Si es justamente lo que estoy intentando no hacer por más de 40 meses y por eso estoy donde estoy. Sola. Mi maldita sinceridad, mi estúpido sentido de culpa y el ver sólo a una persona en las fotos futuras de viajes y risas bobas.

Pero, ¿a quién puedo dañar? ¿A quién le puede doler si paso un domingo viendo películas recostada en alguien o sola abrazando mi rinoceronte azul de peluche? ¿A quién si quiera le puede molestar la simple idea de que amanezca en brazos de un sujeto que lo único que conoce de mi es que tengo un lunar en el cuello (que le encanta morder)? ¿A quién traicionaría si decido ir a un bar a conocer a alguien por una noche o tal vez decido decirle que sí a una relación para toda la vida? ¿Quién se despierta y desea que tenga un lindo día? ¿Quién vendrá cuando me sienta vacía y dirá: "Estoy aquí"? ¿Quién está enamorado de este desastre al punto de querer que yo sea sólo su chica?

No puedo seguir engañándome.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Complicándome los días: Parte 4 - El principio del fin

"Hoy regrese a casa muy temprano de una fiesta. Prendí la televisión y vi el reloj, eran las 2 am. Recordé cuando salíamos a adueñarnos de una pista de baile o una mesa de un bar, muchas veces las dos cosas al mismo tiempo. Recordé el feeling con que volvía a casa. Sintiéndome culpablemente feliz, riendo mientras apoyaba mi cabeza en la almohada y recordaba como te besaba. Nos besábamos cada vez que se podía y también cuando no. 

Intente huir de ti, crear razones de porque sería un fracaso estar juntos para siempre. Ahora, pasan los días y es como si nada pasara. No quiero dar a entender que no hago nada, porque tampoco es que mi vida gire entorno a una relación. Sólo que desde que decidí jugar en otra partida ya no soy ni la décima parte de lo feliz que era contigo. Es extraño, yo tampoco lo entiendo. 

Sin embargo... Si regresáramos en el tiempo, volvería a hacer todo igual. "

***

Setiembre, 2014


Las cosas con Nicolás en lugar de mejorar, cada día empeoraba. El abismo que los separaba era demasiado grande como para poder construir un puente que los acerque y Daniela decidió dejar de mentirse y tomar decisiones para que ambos pudieran ser felices.

- Hola Nico, ¿cómo estás?
- Hola Dani. Bien, ¿tu cómo estás?
- Bien, también. Te llamaba porque me gustaría que nos veamos, creo que ya han pasado varios meses desde que dejamos las cosas en pausa y es momento de conversarlo.
- Sí, de acuerdo. ¿Te parece si voy a tu casa en la noche, luego del trabajo?
- Sí, perfecto. Nos vemos luego entonces.

Daniela no podía dejar de pensar que uno de los momentos más incómodos que existen es cuando estás próximo a terminar con una persona con la que solías compartir todo. De risas, complicidad, bromas, pasas a conversaciones huecas, frías, cortantes. Sin embargo, ella tenía claro que una relación no se trata de estabilidad, sino de felicidad, y a pesar de que intentó negarlo mil veces, hacía mucho que ninguno de los dos era completamente feliz. Sabía que estaba tomado la mejor decisión, pensando en ambos y lamentablemente le tocaba a ella ser quien ponga los puntos en las íes aunque su corazón se haga trizas. Perdió a su mejor amigo y tendría que aprender a vivir con esa pérdida.

Llegó la noche, y Nicolás llegó tal como habían quedado.

- Hola Nico, me gustaría que esta conversación sea rápida - dijo Daniela, con tono firme - han pasado varios meses desde que decidimos darnos un tiempo para pensar las cosas. De tu lado no he visto ninguna intención por solucionar lo que teníamos.
- Dani, ¿es en serio? ¿me estás tratando de echar la culpa? - interrumpió Nicolás con un tono defensivo.
- No, no estoy buscando culpables. No quise hacerte sentir así. Bueno, ninguno se los dos mostró una intención, ¿mejor?
- Sí, tu tampoco me buscaste. Me dijiste que estarías para mi, es verdad, pero tampoco me buscaste.
- Esta bien, Nico. Ninguno de los dos mostró intención por solucionar nuestra relación y yo no puedo estar más tiempo en la incertidumbre de si estoy con alguien o estoy soltera.
- Ah, ¿entonces esta conversación es para que puedas estar soltera? - agregó Nicolás mantenimiento el tono defensivo.
- No, Nico. Me sorprende un poco las respuestas que me estás dando. - dijo Daniela mientras sonrió sintiéndose frustrada porque no estaba fluyendo la conversación.
- Bueno, continúo, ya no quiero estar contigo Nicolás. Gracias por tantos años, pensé que este día nunca llegaría a nuestras vidas, me imaginé nuestros futuros de manera distinta pero la vida da giros inesperados.

Nicolás miraba a Daniela sin decir nada, el espacio se volvió muy incómodo. Ella tuvo una expectativa distinta de como sería terminar, esperaba poder quedar como amigos y que la situación sea un poco más cordial. Tal vez la firmeza de Daniela lo tomó por sorpresa pero luego de 5 minutos en silencio, Daniela se despidió y salió del auto donde estaban conversando.

***

Diciembre, 2014

Pasaron los meses, y Daniela recuperó a los amigos que había dejado de lado por las salidas que hacía sola a Juanelo, por los fines de semana en los que iba al departamento de Nicolás, y por las largas noches dedicadas a terminar su tesis para graduarse como psicóloga. Había olvidado lo geniales que eran las madrugadas escuchando a Andrés tocar la guitarra, las discusiones entre Ximena y Paula sobre quién cantaba mejor, la chaqueta de Ignacio que siempre usaba por el frío y el buen olor a cigarro, sus vasos de ron con un poco de Coca-Cola, la tranquilidad de la noche y la necedad de no dormir hasta ver el amanecer.

Daniela tiene veintitrés años y estaba soltera después de tantos años. Seis, para ser exactos, corrección, casi seis. No tenía novio con quien ir a las bodas de sus amigas, ni con quien disfrutar de los martes de 2x1 en el cine, o compartir el postre de la cena, y, peor aún, tampoco tenía un mejor amigo. Al principio, fue extraño que nadie la regañara cuando no avisaba que llegaba tarde a casa, o que nadie le dijera "buenas noches, mi bonita". Lo que más extrañaba era no tener su calendario lleno de tradiciones, y la que más le dolió eliminar fue "los miércoles de chistes monses". Pero poco a poco se fue acostumbrando a desearse buenas noches a sí misma y a despertar pensando que cada día debía valer la alegría, a pesar de que, en momentos, su cuerpo se llenara de tristeza.

Decidió que era momento de empezar de nuevo. Aceptó las invitaciones a cenar y salir en citas. Tal vez, con un poco de suerte, dejaría que alguien la enamorara. Sin embargo, a pesar de haber conocido a muy buenos sujetos, nadie llamaba completamente su atención. Pero no había prisa. Siguió estudiando y creciendo profesionalmente y como persona. Finalmente, había logrado desenvolverse en lo que siempre había buscado, y seguir logrando metas era lo único para lo que tenía prisa. Siendo sincera, deseaba estar sola, conocerse de nuevo, ser feliz consigo misma, mirarse al espejo y estar orgullosa de lo que se había convertido.

- ¿Soy la mujer que quería ser cuando era niña? - Se preguntaba mientras sonreía al espejo.

Complicándome los días: Parte 3 - Problemas

"Cada uno tiene un don, es nuestro regalo de cumpleaños número cero y nos hace únicos. Somos un mix de virtudes y defectos con un gran don. Puedo ponerme pesimista y decir que mi don es complicarme la vida. Habría podido decir que escribo bien pero no estoy segura si a alguien le gustaría leer lo que escribo, habría podido decir que tengo una habilidad con los instrumentos musicales pero no toco una canción desde hace más de 8 años, habría podido decir que soy ágil de aprendizaje pero eso sería un tanto soberbio de mi parte, no está bien visto tirarse flores uno mismo, habría podido decir cualquier cosa pero se me ocurrió ser pesimista, claramente tengo un don para eso.

Es porque justamente en estos momentos la estoy cagando y me siento celosa. No soporto la idea de que ahora compartas tu vida con otra persona mientras escucho la primera canción que me copiaste en mi reproductor. Lo ves, puedo ser cursi. Recuerdo la última vez que te besé. Fue doloroso. 

Si para algo soy extremadamente buena es para complicar las cosas. Me repito que ya no estoy para jugar a las escondidas, pero debo aceptar que aún siento el mismo morbo por las cosas prohibidas, por decidir cosas por las que luego sentiré culpa y me arrepentiré, felizmente que aún hay personas que quieren jugar conmigo pero el problema será cuando ya no quieran hacerlo. ¿Cómo te convenzo de volver a jugar?

Justo ahí, en medio del ruido del bar y mis pensamientos, lo vi. La conversación que estaba a punto de tener sólo complicaría más las cosas.”

***
Abril, 2011

- ¿Por qué aparece una chica "con novio" sola en un bar y le dice "hola" a un completo extraño? - dijo Renzo con una mirada picara.
- Que tenga novio no significa que no puedo salir sola. - Daniela trataba de mostrarse segura y ocultar los nervios que sentía por estar en esa situación.
- Vaya, señorita. ¡Me gusta!
- Sí... a mi también me gusto. - agregó Daniela, con un tono inocente.
- Vaya, vayaaaa. Resulta que además de bonita, modesta.
- ¿Siempre eres tan sarcástico? Seguro por eso no tienes amigos y estás aquí solo. - Daniela se sorprendió por lo que acababa de decir. No solía ser una persona directa, al contrario, trataba siempre de ser agradable. 

Renzo lanzó una sonrisa de complicidad que hizo sentir incómoda a Daniela. La sensación de que estaba haciendo algo prohibido estremeció su cuerpo y comenzó a cuestionarse si fue buena idea salir. Ella trató de ahogar esos pensamientos en cerveza y siguió bailando como si nada hubiera pasado. Renzo decidió hacer lo mismo, él notaba que la tensión que había entre ellos generaba incomodidad en Daniela y por alguna razón, que aún no conocía, lo último que él deseaba era que ella se vaya. 

Unas horas después, sonó el celular de Daniela.

- Bonita, ya estoy regresando a casa. Estuvo bravazo el reencuentro de promo. Tu, ¿ya estás en tu casa?
- No, amor. Sigo en el bar.
- ¿Quieres que te recoja?
- No estoy en Juanelo, vine a otro lugar que abrieron hace poquito. Ni idea como se llama.
- Ahhh, y, ¿a qué se debe ese cambio? Jaja. Bueno, no importa. ¿Quieres que vaya por ti a ese lugar misterioso?
- Jajaja, ¡sí, por favor! 

Daniela miró la hora y eran las 3:00 am. No entendía como pudo pasar el tiempo tan rápido si sólo estuvo bailando con una persona que acaba de conocer, sin decir cosa distinta a la frase "la siguiente la compro yo"; parecía que una botella de cerveza, un par de vasos y la libertad que sentían al bailar era lo único que los mantenía unidos. 

Ella buscó el nombre del bar y le envió la información a Nicolás. Se despidió lo más cordial que pudo del chico que acababa de conocer sin intercambiar teléfonos, ni nombres completos para buscarse en redes sociales. No era necesario volver a verse.

***
Julio, 2014

Cuando Daniela estaba por egresar de la universidad, la relación con Nicolás se había desgastado. Ya no veían el futuro de la misma forma. A pesar que ninguno se atrevía a decirlo, cada uno quería tomar un distinto rumbo y era momento de tomar decisiones. Decidieron alejarse un tiempo para aclarar sus sentimos y dedicarse ese tiempo a aprobar cursos pendientes y terminar la universidad. Para Daniela era muy complicado concentrarse en los trabajos finales y exámenes porque de sólo pensar que la relación se iba a terminar, le dolía por qué no sólo perdería a su enamorado si no también a su mejor amigo. Después de tantos años de relación, le parecía poco probable que pudieran mantener una amistad después de terminar y realmente amaba a Nicolás. Lo conocía desde siempre y era su lugar seguro. ¿Cómo podría vivir sin contarle su día, sin sus tradiciones, sin su sonrisa, sin los macarrones con queso que le preparaba cuando tenía hambre?.

Terminó el ciclo universitario y Nicolás decidió llamarla.
- Dani, ¿qué tal? ¿cómo te fue en la última semana de U? - se sentía un poco de tristeza en su voz.
- Bien, ha sido retador manejar los pendientes y bueno, tu sabes... sin ti.
- Sí, ha sido difícil para mi también.

Silencio incómodo, dos corazones tristes, confundidos, con ganas de muchas cosas y al mismo tiempo de ninguna. Con miedo e intentando cuidarse lo más que se pueda.

- ¿Quieres venir a casa? - dijo Dani, casi susurrando
- Prefiero que no nos veamos por ahora, tengo muchas dudas en la cabeza.
- Yo también, Nico, también tengo dudas pero te extraño. En fin, no insistiré.
- Gracias por entender. Dani, gracias de verdad. Por no presionar, por hacer esto un poco más fácil. - Daniela escuchaba mientras sentía el corazón hecho trizas, como siempre callaba lo que sentía para no incomodar, silenciaba sus gritos y escondía el dolor en el cuarto de siempre.
- Me alegra oír eso. Me llamas cuando te sienta mejor, estaré aquí para ti.

Daniela colgó el teléfono antes de que las lágrimas se asomaran, y el adiós sea tan difícil que no pueda contener la situación. Las dudas aparecieron y la tristeza quedó flotando en el aire, pesada, como una promesa rota. Quiso distraerse de esos pensamientos, así que, en un intento por dejar atrás el dolor, decidió alistarse para ir a la fiesta de fin de finales aunque no tenga ánimos para celebrar. Generalmente, ella no disfrutaba ese tipo de eventos ya que no se llevaba bien con sus demás compañeros de carrera y sólo tenía un par de buenos amigos, Andrés y Ximena, que por alguna extraña razón tampoco le gustan esas festividades. Tenían un pequeño grupo en el que creían que todos eran idiotas. Sin embargo, esa noche era necesario salir de casa para despejarse y dejar de pensar. 

Se puso un jean y un polo, nada muy rebuscado, y pidió un taxi mientras se maquillaba un poco. Llegó a la fiesta y vio a Ximena, muy guapa y coqueta con un vestido morado de flores. Ni bien la vio, ella corrió a abrazarla mientras gritaba que por fin había llegado alguien interesante a ese evento. Daniela sólo sonrió, ocultando como se sentía, e intentó adaptar su estado de ánimo al ambiente de la discoteca. 

Mientras bailaba con Ximena, giró hacía la barra y le pareció ver a alguien conocido. Se acercó un poco para ver mejor y recordó quien era. Renzo estaba ahí y verlo le hizo recordar lo que sintió con él esa noche. Esa mezcla de libertad y culpa, ese mix que la hizo sentir incómoda pero al mismo tiempo diferente. 

Él estaba tomando una cerveza mientras conversaba con el barman, y por un instante, el ruido del bar se desvaneció. Apareció el deseo de acercarse a saludarlo pero antes de que Daniela diera un paso, vio a una chica correr hacía él y saltar encima de su cuello. Pensó que seguramente era su novia y la última cosa que ella quería era complicarse el día más.

La fiesta transcurrió sin novedades, por lo que decidió irse temprano para llegar a Miraflores antes de que cerraran Juanelo. Mientras subía las escaleras, el recuerdo de Nicolás apareció como un fantasma pero no permitiría que ese pensamiento la atrapara. 

- Esta noche es para mí - se dijo, tratando de animarse. Aunque la nostalgia siempre encuentre la manera de colarse entre las luces del lugar.

- ¡Hola preciosa! Tanto tiempo sin verte, ¿te vas tan temprano? - la sorprendió la voz de Renzo.
- Ah, hola. Ando un poco aburrida - respondió, intentando ocultar la sorpresa de verlo.
- Que falta de confianza, yo puedo ayudarte a divertirte. Claro, sólo si quieres.
- Te repito lo mismo que hace años: Tengo novio. - dijo, pero su voz tembló ligeramente. La seguridad que intentaba proyectar se desvanecía cuando se sumergía en la mirada de Renzo.
- ¿Qué haces nuevamente sola, sin tu novio? Empiezo a creer que ese novio tuyo es imaginario - Dijo Renzo, riendo.
- No tengo porque darte explicaciones. ¿Puedes darme permiso? - con una mezcla de irritación y algo más.
- Vaya, vayaaaa. Entonces al bonita y a lo modesta, le tengo que agregar que tienes un carácter que podría volverme loco. Renzo se acercó a Daniela y ella comenzó a sentir su corazón latir.

La cara de desconcierto de Daniela era imposible de disimular. La confusión la envolvía. El primer impulso que tuvo al verlo fue acercarse a Renzo y una parte de ella sólo se resistía porque cuestionaba si esa conexión era un acto de traición hacia Nicolás

- Bueno, ¿me das permiso? Mi taxi ya está esperando a fuera. 
- ¿Dónde vas? - preguntó él, de manera encantadora.
- No es asunto tuyo.- respondió, con un tono cortante. Sin embargo, su mirada no estaba en consonancia con el tono de sus palabras.
- Vamos, ¿dónde vas? - Renzo se acercó aún más, haciéndola sentir incómoda en las estrechas escaleras y al mismo tiempo ella sentía a su corazón latir con más fuerza. De pronto, se asomó la idea de que le gustaría que se acerqué un poco más y eso la aterrorizo.
Voy a Miraflores pero.. prefiero ir sola. - Sentía miedo de como podría terminar esa noche si se iban juntos a otro lugar.

Renzo sonrió, pero ella tenía una postura que proyectaba que no iba a ceder.

- Ya tuve suficiente por hoy. De verdad que no estoy en un buen momento - el tono cortante se volvió triste.

- Tal vez puedas enseñarme tu bar favorito y contarme por qué te gusta tanto - La actitud de Renzo también cambió. Se alejó de ella, sus ojos irradiaban preocupación e interés genuino. 

Daniela dejó de sentir que era un desafío para él. El cambio de actitud la sorprendió. Seguía sintiendo deseos divididos. Quería rechazarlo pero también anhelaba escapar de la realidad que la asfixiaba, preguntándose si él podría ofrecerle ese alivio que tanto necesitaba. 

Finalmente, cedió.

- Está bien, vamos - dijo, tratando de mantener la voz firme, aunque su corazón latía más rápido de lo que le gustaría admitir.

No dijeron ninguna palabra hasta que llegaron al bar. Compraron un par de cervezas mientras charlaban de temas superfluos. Cuando Daniela le dijo que debía irse, Renzo se ofreció a llevarla. Ella pensó que era inapropiado sin embargo eran pasadas las 5 am y no se sentía bien. Había sido una noche larga en que tomó más de la cuenta y sin darse cuenta, también se divirtió más de lo esperado. Llegaron a su casa, los dos se bajaron del taxi y Renzo le pidió su número.

- ¿Será posible vernos alguna vez en un lugar que no sea un bar?
- No te daré mi número. No confundas las cosas. Sólo somos dos extraños que comparten una cerveza en un bar. Ah, y ahora un par de taxis. - respondió, sintiendo que, a pesar de sus palabras, una parte de ella también quería más.

Daniela se despidió y entró a su casa dejando atrás el bar y a Renzo. Mientras se preparaba para dormir, los pensamientos de Nicolás volvieron a su mente. Sin embargo, la sensación de libertad que había experimentado con Renzo iluminaba su mente, desafiaba la tristeza y abría un camino con nuevas posibilidades.

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sábado, 12 de septiembre de 2015

¿Quieres un consejo?

Acomoda tu corona y sonríe.

A veces las cosas no son como te gustarían o como eran antes te gustaban más pero se complicaron y ahora lo que te hacía feliz, te hace enojar o llorar o gritar o volverte una versión de ti que no es la que pensabas que eras. Acomoda tu corona y sonríe, que el mundo seguirá girando quieras o no.  

sábado, 18 de julio de 2015

Bien

Salí de trabajar y maneje lo más rápido posible hacía su departamento. Habíamos pedido la cena por delivery para celebrar una semana de éxitos. Era martes y desde hace varios meses cualquier excusa era perfecta para abrir una botella de vino, luego decir que no podía manejar con más de una copa en la sangre y, por consecuencia, quedarme a dormir. Cuando llegue, subir los 8 pisos por el ascensor se me hicieron los 49 segundos más largos del día, sólo quería llegar y lanzarme encima. Me sentía feliz y buscaba compartir esa felicidad. Abrí la puerta y estaba el jugando Guitar Hero 3 acompañado de una cerveza y una bolsa de cheetos. La idea de que habían muchas probabilidad de que sea el único chico que jugaba ese juego y encima le gustaba, me encantaba; era mi chico y no podía ser más perfecto. Espere que termine la canción y me tire en el sofá, nos besamos lo que dura otra canción del juego y lo primero que dije al parar fue "yo quiero ser la guitarra". Estuvimos jugando hasta que llego nuestra cena, caminé hacía la cocina, abrí la primera botella que encontré y derrochando felicidad le dije "salud porque somos el equipo perfecto".  

Y sí que lo éramos. Tal vez no congeniábamos en todo pero buscábamos lo mismo y eso para mi era mucho mejor a que sea el bailarín de la noche o cuente los mejores chistes. Esas características siempre se las he dejado para mis amigos, no para ÉL. 

Y sí, tal vez el es ÉL.

Gracias por dejarme

El día que me dejó, sin protocolos, sin explicaciones, sin mirarme a los ojos, sin dejarme escuchar su voz diciendo "Cuídate, sé feliz. Lo que busco, no lo encontraré contigo al lado.", las buenas noticias de la semana perdieron importancia. Caminé hacía el parque donde siempre iba cuando peleábamos y necesitaba estar sola. Me senté en la banca más apartada y casi oculta por la sombra de un árbol mientras buscaba en el teléfono algún número que al contestar me diga que todo estaría bien y saldría de esta como antes lo había hecho. Nadie contestaba, seguramente porque eran las 11 de la mañana y todos se encuentran trabajando a esa hora o aparentando trabajar. Me sentía desesperada cuando de pronto entró su llamada. No la esperaba. Sólo me llama los fines de semana a menos que tenga ganas de salir a celebrar que es lunes o martes. Conteste y pregunté, sin saludar, si estaba ocupada ya que necesitaba una llamada mucho más larga de las que teníamos a menudo. No esperé que responda y comencé a contarle lo que acababa de pasar, a pesar que aún me parecía que estaba alucinando o me encontraba dentro de una pesadilla. Estábamos bien, teníamos algunos problemas y a veces yo era quién agrandaba los problemas - Rayos, ¿por qué tendré un genio tan de mierda? -pero estaba cambiando, lo intentaba dia a día con todo mi ser para que funcione. Deseaba tanto que seamos felices juntos de nuevo que no esperaba la sarta de tonterías que me dijo por Whatsapp, no entendía porque me colgaba el teléfono, porque me eliminaba de su vida así por así. Terminé de contar mi indignación con algunas lágrimas en el rostro y sólo dijo: "Te está haciendo un favor".

- ¿Me está haciendo un favor? Hace un par de días me dieron la mejor noticia del año y en pocos días tendré dos eventos muy importantes y tu sólo me dices que me hace un favor. ¿Qué tipo de favor es este? Hacerme sentir una mierda, arruinar mi felicidad, dejarme justo ahora que es la única persona con quién en realidad quiero ir a tomar un trago y brindar por los éxitos. ¿Por qué? porque soy tan mierda que no merezco ser completamente feliz. No lo entiendo, ¿Un after office para olvidar todo esto?
- Nos vemos más tarde, sabes que siempre estaré cuando quieras despejarte o tomar. Más para tomar que para despejarte, haces mucho drama chola (risas).

Regrese a mi cubículo con sus palabras dando vueltas en mi cabeza, no entendía. No, este no podía ser un favor, era una especie de venganza por el odio infinito que siente él hacía mi y al verme sonriendo de nuevo, siendo feliz sin fingir debía arruinarme por algún lado. ¿Tanto odio? Sí, de seguro me lo merecía por ser como soy y él y su infinita obsesión hacía mi lo hacía seguir a mi lado, por capricho y no por amor.

***

Han pasado varias lunas desde ese día, hasta he perdido la cuenta y la razón de porqué comencé a contar. Sin embargo, lo que sí estoy completamente segura y puedo decirte ahora es: ¡Gracias! Gracias por dejarme, gracias por desatar el enfermizo nudo que nos mantuvo unidos por tantos años. Gracias por hacerme abrir los ojos y darme cuenta que no eres la persona con quién quiero compartir mi vida. Gracias por demostrarme que no me amas. Gracias por hacerme recuperar mis amigos, mi sonrisa, mis ganas de seguir luchando y bailar hasta que se parta en dos el mundo. Gracias por hacer que me de cuenta que me convertí en una versión de mi que no quiero ser. Gracias por obligarme a olvidar un futuro juntos, a tirar por la ventana nuestros sueños y planes. Gracias por ayudarme a ser más fuerte. Gracias por hacerme entender que debo valorarme más y estar con alguien que me valore igual. Gracias por sacar tus garras y demostrar  que estaba malgastando el tiempo contigo. Gracias a ti, hoy me siento feliz y tranquila conmigo, y puedo decirte que me hiciste un favor al dejarme ir.

viernes, 1 de mayo de 2015

Sin redes

Hace más de dos meses que aprendo día a día a vivir sin escribir una publicación o tomar una foto de "buenos días" o hacer un tweet sobre mi reporte del tráfico; y me he dado cuenta que muchos de mis cyber-amigos, esos que escriben casi todo el día en redes, se alejaron cuando no fue tan fácil encontrarme. Una grata sorpresa fue recibir llamadas de personas, algunas de las cuales no imaginaba que seguían mis publicaciones, preguntando si todo estaba bien e insistiendo que debía regresar para "alegrarles el día" (lo pongo entre comillas porque soy un poco incrédula).

Estos días han servido para ver las cosas de manera distinta. Logré entender que es mejor mantener una conversación mirando a los ojos al receptor sin estar pendiente si el celular vibra o sin que alguna notificación te desconcentre, sin tener que mirar hacía abajo y al final iniciar una conversación con personas que no están en la sala. Sinceramente, por algo no están, ¿no creen?. Entendí que no existe mejor foto que la tomada con nuestros ojos y que los atardeceres son para vivirlos, no para postearlos en Facebook. Me di cuenta que no necesitas una publicación describiendo lo especial que eres y el gran cariño que te tienen cuando pueden ir a visitarte a casa con la excusa de gorrearte algunas cervezas, o invitarlas, y así demostrar lo valioso que es pasar tiempo a tu lado. Porque para lograr una gran cena no es un requisito indispensable tomar una foto del plato que estas por comer, si no mirar el rostro de la persona con quien compartes ese plato. Comprendí que las mejores sonrisas las regalas en espontáneo y la más divertidas visitas no son las que haces check in porque te sientes tan genial que el tiempo se pasa más rápido de lo normal y ya no recuerdas que debes buscar en el explorador la ubicación de donde te encuentras. Por último, entendí que la belleza no se mide por la cantidad de likes que tienes en una foto o por la lista de comentarios repitiendo lo "linda que estás".

Ahora prefiero una llamada que a un mensaje con muchos corazones, prefiero ver las muecas raras de cada uno que mirar hacía una pantalla y me gusta esperar a que me cuentes tu día en vez de saberlo porque lo posteas para todo el cibermundo. Porque la felicidad no fue creada para ser publicada, si no tienes que vivirla.

viernes, 24 de abril de 2015

Jueves

Me miro y dijo "¿esa no era tu canción?". Lo único que quería era retroceder el tiempo o dejar de ser tan yo y decir cualquier huevada. Sin embargo, como nunca me quedo callada, dije que si, que era mi canción y tenga cuidado de involucrarse mucho conmigo porque hace mucho que no tomo a nadie en serio. 

"Ya lo he intentado contigo dos veces, no tienes nada que advertirme. Me armas y deasarmas como ninguna otra y aún así sigo aquí dándote el poder de destruirme, otra vez. No pongamosle etiquetas pero sabes que sigues siendo mi chica, la que da vueltas en mi cabeza y huye de mi cuando siente que voy a decir que te amo."

viernes, 27 de marzo de 2015

Un manual de cambios

Desearía que algunas cosas no hubieran cambiado. Por ejemplo, que mi vecina deje de hacer marcianos de maracuyá o que el señor de la panadería decida olvidarse la receta del pan karioka o quedarme sin 40 centímetros de cabello o que mi línea favorita de buses cambie su ruta y ahora deba utilizar varios buses para ir al mismo destino o que me cambien al profesor en el último ciclo de la universidad cuando lo único que quería es que se acabe ya y no me jodan más o que el chef de mi restaurante favorito renuncie y abra su propio negocio a más de 12 kilómetros de casa o que ya no seamos un pack, donde tu eres la hamburguesa y yo las papas fritas, o que mi bar favorito elimine la promoción de 2 cervezas por 10 soles. 

Quizás debería comenzar a entender lo fugaces que son los momentos para disfrutar al máximo el día a día y comer un sándwich de pollo deshilachado como si fuera el último que comeré, sin importar si engorda o no. Debo comprender que muchas de las cosas que hoy están, es probable que mañana ya no. Mañana sólo me quedará la nostalgia de lo que fue, pondré mi típica cara de tonta que dice sin palabras lo triste que me siento y tal vez, sólo en algunos casos, una lágrima se asomará a alguno de mis ojos y diré: "que bonito era todo antes", sin importar si poco antes me haya burlado de mi poca suerte de conseguir bonitos momentos.

No debimos crecer. Deberíamos seguir jugando play en mi mueble por horas y horas, cuando lo único importante era pasar el siguiente nivel y subir el volumen al máximo para dejarnos llevar por el feeling del juego. Deberíamos seguir con todas nuestras tradiciones, como la de almorzar arroz chaufa todos los sábados saliendo de la universidad, yo de pollo y tu de chancho, o de dormir juntos los viernes mientras intentamos acabar por enésima vez esa película que nos hace reír los primeros 15 minutos, de que te tarde 2 horas llegar a mi casa y quieras perder esas horas de tu día con tal de verme, de que quieras verme sonreír día y noche, de que quieras verme, sólo verme. Debí poder quedarme en ese trabajo y no haber tenido 6 distintos, debió mi hermana dejar de crecer hace mucho tiempo y seguir siendo una niña que sólo me llenaba de abrazos y dulces con la poca propina que recibía. Debería seguir siendo amiga de la chica con quien compartía carpeta todos los días en el colegio y seguir comiendo un Bebe de chicha como solía hacer. Debería seguir teniendo tardes en que toques la guitarra mientras yo canto o me quede dormida mientras te escucho cantar. Deberían volver los cigarros en el parque de la vuelta, combinado con risas y chismes. Debería volver a salir a bailar, volver a hacerlo encima de una mesa o en el piso del pasillo de paredes negras. Debería volver a sentir que no tengo la obligación de besarte cuando estamos juntos si no que quiero hacerlo. 

¿Debería dejar de decir cosas que "debería"?

miércoles, 18 de marzo de 2015

Apagón

Otro apagón en el barrio y esta vez si le iba a pedir a mama que me deje salir a jugar a las escondidas con los demás. Nunca entendía porque debía llegar siempre a las 08:00 pm, a veces pensaba que era porque teníamos que cenar todos juntos y tener nuestro momento del día en familia, pero cuando me encontraba sola en la mesa era cuando iniciaban mis dudas. De esas que siempre dan vueltas en mi cabeza y muy pocas veces las repito con voz. Sin embargo, siempre concluía que era sólo por molestar y porque sabían que era la más fácil de controlar ya que mi hermana desde muy pequeña siempre regreso a casa a la hora que se le hacía más fácil. No se si fue porque mis papas andaban cansados de hacer criado a una hija o fue el carácter indomable de mi hermana que ganaba sobre las reglas. En ese momento no tenía tiempo para inventar excusas, sólo sabía que eran las 08:30 pm, ya habíamos cenado y estaba vez le pediría a mama para salir a jugar a las escondidas. Pero, ¿como lo haría? Insistir nunca funcionaba y menos poner voz de niña tonta y engreída. Necesitaba una forma de poder salir a jugar, no importaba si no se daban cuenta, ya mañana era otro día. 
Cuando de pronto se me ocurrió la mejor idea...

- Mamá, ¿jugamos a las escondidas?

domingo, 25 de enero de 2015

Un minuto de felicidad

Una vez más pedí la llave de un hotel con otro.

Mantenía una relación sin títulos con un viejo amor, con la esperanza de recuperar lo perdido o llenar un espacio vacío con el capricho de que somos el uno para el otro. Se suponía que viajaríamos el fin de semana y lo gastaríamos amándonos a puerta cerradas y sin testigos, riendo para nosotros y creyendo que el tiempo no ha pasado. Sin embargo días antes peleamos, para variar, entonces el decidió que era más importante hacer otros pendientes, por ejemplo salir con su primo a tomar por el malecón de Barranco; y yo, decidí quedarme en casa, sola.

El sábado, sonó mi teléfono al rededor de las once de la noche, justo cuando todo apuntaba a que lograría lo que me había propuesto. Estar sola en casa viendo una película, comiendo, tal vez abrir una botella de vino o dormir hasta el domingo al mediodía.

- ¿Vas o no vas?

- Voy.


Paso a recogerme a casa y al abrir la puerta del auto, me recibió con una gran sonrisa en los labios y me dio un tímido beso junto a una bolsa de mis caramelos favoritos que ya estaba abierta. Es que nunca aguantaba las ganas de comer unos antes de verme. Le devolví la sonrisa y acaricie su rostro como señal de agradecimiento y fuimos a pasar un buen rato.

- Te ves mucho más bonita sin maquillaje.

- Todas nos maquillamos para salir a bailar.
- Lo sé, pero tu no lo necesitas.


Le gustaba llenarme de halagos. A mi me ponía nerviosa ya que hacía muchos meses que no sentía que alguien se esforzaba porque mi interés esté con el. Llegamos a nuestro destino y bailamos de inicio a fin, eran muchos meses que no nos veíamos así que debíamos actualizar los "nuevos pasos" que cada uno tenía. Además, era tradición decir "esta ronda la pongo yo" y así pasar toda la noche, entre tragos, risas y pasos de baile ridículos. Luego de visitar 2 bares y 1 discoteca, decidimos que el amanecer debía encontrarnos en otro lugar. Caminamos hasta encontrar un hotel con cuartos disponibles, empujándonos, tambaleando, cogiéndonos de las manos para no caer y la gente que estaba alrededor no note que estábamos lo suficientemente ebrios como para ser un milagro seguir estando de pie. Llegamos y dormimos juntos, porque no le permitiría más que eso, lo tenía entendido.

No podía dormir, no sabía si era por la tristeza de darme cuenta que perdía el tiempo con alguien que ponía todo delante de mi y, como si no fuera suficiente, le decía a todos que ya no éramos pareja cuando colgaba alguna foto en las redes sociales. Éramos sólo un "remember" constante, casi de todos los días. Tal vez sentía tristeza de mi, de darme cuenta que para mantenerlo a mi lado me estaba convirtiendo en una versión que desconocía. No puedo explicar la verdadera razón, sólo no podía dormir así que busque mi encendedor y prendí un cigarrillo mientras miraba el mar por la terraza. No quería pensar en nada, sólo necesitaba escuchar las olas romper en las piedras unas y otra vez. Bastaron unos minutos para que él aparezca detrás de mi, abrazándome por la cintura y susurrando.

- ¿Quieres ser mi enamorada? Quiero que lo seas.

Sólo atinaba a sonreír...

- ¿Que más debo hacer para que te des cuenta que son años los que quiero estar a tu lado? Porque quiero que seas tu, con tus risas y lisuras, sólo quiero que seas tu.

Éramos el y yo, en la terraza, mirando el mar y como salía el sol poco a poco mientras el besaba mis dedos, mis manos, mis brazos, mis hombros, mi corazón, mi alma. Fueron unos minutos de felicidad, hasta que termine el cigarrillo.

- Deberíamos dormir.