martes, 14 de octubre de 2014

Viernes por la noche

En ese momento entendió que los personajes de una historia no se clasifican en malos o buenos ni en víctimas o culpables, como había aprendido cuando era niña viendo telenovelas mexicanas con la nana de turno. Comprendió que las personas cambian de rol constantemente, en cuestión de segundos la supuesta víctima deja en evidencia que tan “víctima” no es, algún acto egoísta que daña a terceros, cuartos y hasta quintos tiene escondido bajo la manga o en el celular. A pesar de eso, sigue creyendo, ilusamente, que ella es la máxima expresión de culpabilidad dentro de los rangos que una chica de veinte y más puede serlo. Lo considera así por la simple razón de sentirse infeliz arruinando momentos de felicidad en vez de agradecerlos. Sin embargo, hace poco se sintió un tanto víctima de esos tantísimos “déjalo fluir” que otros utilizan para justificar sus ganas de algo o todo, sin definir los límites de “todo” pero teniendo cada movimiento calculado para lograr lo que buscan.

Pasándose de curiosa tomo su celular y comenzó a revisarlo, no es algo que haga siempre porque sabe que se enoja muy rápido y hará un tremendo lío de algo tan pequeño y pelear es lo último que quiere hacer ahora. Abrió la carpeta de fotos y encontró algunas que no se esperaba pero que tampoco le hicieron sentir celos o algo por el estilo, sólo pensó que no era tan bonita como ella creía. Todo cambio cuando encontró una nota que hubiera deseado haber releído unas cuantas veces más pero la historia no le pertenece y no sintió correcto leer detenidamente a un corazón que no conoce y a quién perjudicó con las decisiones que ha tomado, afectando directamente su felicidad. Sin embargo, al leer la oración final recordó una historia paralela y sintió un poco de envidia de no sentir lo mismo que ellos, tal vez fueron las expectativas de algo más o es que ella no se deja llevar de la misma forma que la mayoría lo hace hasta perderse en otra persona. Ahora no tiene sentido recordar esa historia aunque aún siente presente en el ambiente el olor de esos días y aún está archivada en un bloc de notas de su vieja computadora de escritorio.

Terminó su lectura y sintió como si una niña describiera por primera vez el cuarto de su más reciente novio y las caricias que el le da como señal de amor en el mismo cuarto que ella ha visto cambiar hasta llegar a lo que es ahora y sintió que algo dentro de si tenía que huir.

“Dime que esto es mentira”.


Inventar cualquier excusa para sentirse mejor siempre será una buena opción y recordar que ella también ha hecho cosas parecidas le quitó la pena de encima. A pesar que no pudo decir palabras por unos minutos terminó dándole un beso, sonriendo y pensando cómo podía llevarse tan fácil todo. Pero de que puede quejarse alguien que también se lleva fácil. 

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